En el corazón de las historias LGBT radican enseñanzas de amor, de compasión, de comunidad y resiliencia que han perdurado a través de los años, ya sea a través de fotografías, pinturas o textos.
Y es que, a medida que la lucha y la búsqueda por identidad suelen convertirse en elementos que inevitablemente afectan la forma en la que un escritor se desenvuelve, los textos LGBT se han alzado como un género sumamente valorado dentro de la literatura contemporánea.
Con nombres que van desde Walt Whitman, Catherine Opie, Virginia Woolf y Oscar Wilde, letras sobre descubrirse a sí mísmo y en los demás, amores prohibidos y confesiones han salido de las sombras y las secciones prohibidas para demostrar al mundo que ahí también se esconden algunos de los secretos más valiosos de la vida.
Pero como ellos, hay otras que velaron valientemente por su pluma, lente o arte contra todos los estigmas.
Para celebrarlas, te presentamos a tres mujeres que hicieron lo suyo para mantener a la disciplina LGBT vigente, y mejor aún, perdurando hasta encontrar su mercido lugar en la historia.
Leonor Fini
Leonor Fini, nacida en Buenos Aires el 30 de agosto de 1907, es considerada una de las artistas mujeres más importantes de mediados del siglo XX, junto a Leonora Carrington, Frida Kahlo, Meret Oppenheim, Remedios Varo y Dorothea Tanning, la mayoría de las cuales las argentina conocía bien.
Durante más de seis décadas, su carrera giró en torno a trabajos en pintura, diseño gráfico, ilustración de libros, diseño de escenografía y vestuario para teatro, ballet, ópera y cine, así como diseño de productos, como el famoso frasco de perfume en forma de torso de Shocking de Schiaparelli.
Su provocativo arte, vida personal y entorno de vanguardia en el que giraba, le dieron pie para convertirse en una artista prácticamente autodidacta que aprendió anatomía directamente del estudio de cadáveres en la morgue local, maestros de sus escuelas, libros y museos.
De padres italianos y argentinos, Leonor creció en Trieste, Italia, criada por una madre independiente y de voluntad fuerte. Sus esfuerzos la llevaron a Milán, donde participó en su primera exposición colectiva en 1929, y luego a París, en 1931, donde explotó su vivaz y extravagante personalidad.
Se convirtió instantáneamente en el centro de atención del mundo del arte parisino y pronto desarrolló relaciones cercanas con los principales escritores y pintores surrealistas, incluidos Paul Eluard, Salvador Dali, Man Ray y Max Ernst, quien se convirtió en su amante durante un tiempo.
Murió el 18 de enero de 1996 en París.
Dibujo de su libro Aquarelle. Fuente: Editions d'Art Poseidon.
Nancy Cárdenas
Nacida el 29 de mayo de 1934 en Parras de la Fuente, Coahuila, Nancy Cárdenas creció en un pequeño pueblo.
Aunque muchos en su familia esperaban que Nancy se convirtiera en ama de casa, abogada o médica dada su extensa educación, no tardó en encontrar su camino como mujer de letras, sintiéndose especialmente atraída por el puesto de dramaturga, y más tarde, la actuación.
Para perseguir estas pasiones, primero obtuvo un doctorado en artes dramáticas por la Universidad Nacional Autónoma de México, luego estudió cine y teatro en la Universidad de Yale, y finalmente se mudó a Łódź, Polonia, donde estudió lengua y literatura polacas.
En 1960, cuando terminó de prepararse en el extranjero, regresó a México para trabajar en producciones de radio, periodismo, actuación para teatro y traducción de textos. Durante este tiempo que resultó en algunos de sus años más productivos, publicó El cántaro vacío, que le trajo éxito nacional y la unió con otros escritores que también abordarían temas queer, y con quienes discutiría sobre identidades y experiencias.
Cárdenas, que llevó a cabo una lucha y defensa de los derechos homosexuales a través de sus pasiones por el teatro y el cine, es considerada como la madre del movimiento LGBT en México. Murió en la Ciudad de México el 23 de marzo de 1994.
Fuente: AbeBooks.
Berenice Abbott
Berenice Abbott nació el 17 de julio de 1898 en Springfield, Ohio, y fue una fotógrafa mejor conocida por su documentación fotográfica de la ciudad de Nueva York a finales de la década de 1930.
Su vida fue marcada por la ambición que tenía de querer representar el siglo que comenzó cuando estudiaba en Ohio State.
Empezó su carrera en 1921 haciendo retratos en París, donde se mudó para comenzar sus prácticas profesionales. En esos años, trabajó como asistente de Man Ray, donde se fascinó por la escultura, antes de montar su propio estudio en 1926.
En 1929, ya de regreso a los Estados Unidos con el fin de seguir a su novio y amigos más cercanos, comenzó su documentación de un Nueva York que se encontraba en construcción. Sus vistas vertiginosas y paisajes urbanos que evolucionaban con la idustralización fueron captados por el lente de Berenice, que se mantuvo vendiendo sus fotografías y colaborando en revistas locales, ya que su éxito explotó hacia los últimos años de su vida.
Estos esfuerzos se convirtieron en el Proyecto de Arte Federal de la Works Progress Administration, en 1935, y le sirvieron para poder continuar documentando sistemáticamente el carácter arquitectónico cambiante de la ciudad en una serie de fotografías, algunas de las cuales se publicaron en 1939 en el libro Changing Nueva York.
Durante las décadas de 1940 y 1950, Abbot formó parte del consejo asesor de la Photo League, una organización de fotógrafos interesados en capturar la vida urbana, y centró su atención en la ciencia, un tema que la fascinaba y que sentía que la mayoría de la gente ignoraba.
A través de estas fusiones, pudo expandir su comprensión a fotografía y su discurso en beneficio de la sociedad LGBT, beneficiándose también de los grandes avances que empezaba a tener el gremio.
En muchos sentidos, la vida de Berenice Abbot es un caso ejemplar de una mujer artista que hizosu arte gracias a su propio impulso creativo y financiero. Pero aun así, al final de su vida, Abbott no estaba convencida de que su independencia ganada con tanto esfuerzo hubiera sido de mucha ayuda.
“Creo que lo último que el mundo realmente quiere son mujeres independientes”, dijo.
Falleció el 9 de diciembre de 1991 en Monson, Maine.