Era el final de la década de 1880 y París estaba floreciendo, su faz se transformaba poco a poco, así que a Hippolyte Blancard, un fotógrafo amateur, se le ocurrió documentar esto por puro placer.
Tras el golpe de estado en 1854 que puso a Napoleón III en el poder, sumado a la invasión de las tropas prusianas a la capital francesa el 28 de enero de 1871, París estaba frente a su definitiva reconstrucción urbana y cultural, y ante estos sucesos que marcaron la vida y las costumbres del corazón histórico de la ciudad, estaba el farmacéutico Hippolyte Blancard con su cámara, listo para ser testigo.
En 1887, la capital francesa, ya acoplada al plan urbano presentado por Baron Georges-Eugène Haussmann, uno que hizo de París una zona de construcción gigantesca por 20 años y creó las populares avenidas flanqueadas por los imponentes edificios de hierro forjado, pero arrolló a los barrios bajos, estaba decidido a celebrar el centenario de su revolución construyendo algo especial en el Champ-de-Marsque, algo que se mantendría como un recuerdo capaz de aguantar los embates del tiempo, al menos por los siguientes 20 años.
Así fue que se gestó un concurso abierto donde se presentaron más de 100 diseños que proponían las estructuras a levantar, pero el Comité del Centenario tomó la decisión de elegir el diseño de un tal Gustave Eiffel, que trabajaba con dos ingenieros, Maurice Koechlin y Émile Nouguier, y el arquitecto Stephen Sauvestre, ante el reclamo de 300 colegas, uno por cada metro de altura total de la torre, que objetaban su construcción por motivos artísticos.
Publicado por Le Temps en febrero de 1887, esta petición de protesta contenía algunas metáforas seriamente viscerales y una súplica apasionada para pensar de nuevo de el proyecto.
A pesar de la continua resistencia, la construcción de la torre comenzó. Se instalaron enormes losas de concreto y bloques de piedra caliza en los cimientos para sostener la zapata de la herrería, que comenzó a ensamblarse en junio de ese año, y ante ello, seguía Hippolyte Blancard dispuesto a documentar la evolución urbana durante su tiempo libre como fotógrafo amateur.
Poster para promocionar la Torre Eiffel. Fuente: La tour Eiffel site OFFICIEL.
Nace el símbolo (y Hippolyte Blancard estaba listo para documentarlo)
Hippolyte, nacido el 8 de agosto de 1843, documentó la arquitectura parisina mucho antes antes de la Feria Mundial de 1889, un evento internacional que se celebró en París para mostrar descubrimientos geográficos, científicos, obras de arte e innovaciones, como el proyecto de Gustave Eiffel.
Mucho antes de sus fotografías que quedarían inmortalizadas en el archivo cultural de su país, Blancard vivió la caída del encanto medieval de París, la caída del Segundo Imperio francés, los efectos del movimiento insurreccional de La Comuna, y la pobreza generalizada de la gente, todos eventos que le inspiraron el volverse un cronista visual de los hechos que le rodeaban.
Esa inquietud por vivir el crecimiento de su ciudad, conocer el descubrimiento de los sentimientos de su nación, que reaccionó con fuerza ante la Torre Eiffel, finalmente lo catapultaron a las calles para retrarar la extraordinaria escala y lenguaje industrial sin disculpas de la torre que no agradaba a todos.
Inspirada en el Observatorio Latting de Nueva York, Gustave, su creador, dijo que la nueva torre simbolizaría "no solo el arte del ingeniero moderno, sino también el siglo de la industria y la ciencia en el que vivimos," mientras algunos críticos parisinos describían al proyecto como una "farola verdaderamente trágica" que rompía la tradición que tanto identificaba a la capital.
Planos del proyecto propuesto por Gustave Eiffel. Fuente: La tour Eiffel site OFFICIEL.
Pero con el paso de los años, la verdad fue revelada a través del lente y las impresiones en platino que produjo Blancard de julio de 1887 hasta abril de 1889.
Sus fotos son, hasta el día de hoy, los documento que mejor detallan las etapas de uno de los ejemplos más poderosos de arquitectura como metáfora del orgullo nacional, desde el montaje de su base piramidal hasta su punta puntiaguda.
De acuerdo a las autoridades, la Torre Eiffel estaba planeada para estar en su espacio presente solamente 20 años, pero al final, y contra los pronósticos de los planeadores y elementos de gobierno más influyente, la gran obra aguantó Belle Époque, la Primera y Segunda Mundial, así como todas las sorpresas del nuevo mundo que estaban por desarrollarse alrededor de los ciudadanos.
Hasta el día de hoy, la torre es el “ícono” por excelencia contra el que se miden todos los hitos urbanos contemporáneos, y es gracias a Hippolyte Blancard que podemos ver la forma en la que París se convierte en la ciudad de las luces.