Principal exponente del surrealismo, Kay Sage supo traducir los sentimientos de melancolía, pasión y desasosiego al lenguaje de la plástica y la poesía.
Originaria de Albany, Nueva York, Katherine Linn Sage nació el 25 de junio de 1898 en el seno de una familia de clase media alta con quienes degustó el placer de viajar e imaginar la vida a través del arte.
Segunda hija de Henry Manning Sage y Annie Wheeler Ward, Kay pasó gran parte de su juventud en Europa, en donde estudió, creció, y contrajo nupcias con el príncipe Ranieri di Faustino.
Tras una etapa matrimonial que la consumió en el aburrimiento, dejó su estilo de vida de la alta sociedad y se asentó en París en medio del auge surrealista.
Conocida como Princesa San Faustino, en 1937 comenzó una relación sentimental con el también pintor Yves Tanguy y al iniciar la Segunda Guerra Mundial volvió a Estados Unidos para resguardarse y preparar el asilo de sus colegas artistas.
Hacia 1940, ella y Tanguy encontraron residencia en una vieja granja de Woodbury, Connecticut, a la que adaptaron como estudio y hogar para el resto de sus vidas.
Sage, inspirada en el trabajo de Giorgio de Chiirico y al igual que otros representantes del surrealismo, encontró en los paisajes una metáfora para representar la mente y los estados psicológicos del ser; de ahí que en su obra destaquen los escenarios simbólicos.
La última etapa de su vida estuvo invadida por la tristeza y el desasosiego tras la muerte de Tanguy en 1955; en esta época se dedicó a la pintura, a la creación de catálogos para mostrar su trabajo y el de su compañero pintor, pese a la paulatina pérdida de visión causada por cataratas.
Tras operarse en Boston, presentó una exhibición de poesías y construcciones en la Galería Viviano de Nueva York en 1961, titulada Your Move. Una muestra compuesta de obras tridimensionales hechas con diversos materiales, como cables, piedras y balas.
El 8 de enero de 1963, a la edad de 64 años, acertó en su segundo intento de suicidio. Posteriormente, sus cenizas y las de Tangury fueron esparcidas en la costa de Bretaña por su amigo cercano Pierre Matisse.