Fotografiar es una labor harto complicada que requiere un talento específico para sublimar un encuadre, una aproximación de luz, la cantidad de tiempo para exponerla a la película fotosensible, una composición, una intención… pero tratar de lograr todo eso y además conseguir oportunidad, capturar un irrepetible pedazo de historia o, mejor aún, hacer un irrepetible pedazo de historia, como lo hace un buen fotorreportero, es mucho más difícil.
En la Ciudad de México, a partir del 7 de junio, el Museo Franz Mayer mostrará el trabajo de uno de los mejores –y acaso el más famoso del mundo– que ha logrado todo eso en muchas de sus fotografías: Steve McCurry, quien retrató en el rostro de una niña afgana de 12 años, refugiada en un campo de Pakistán, el drama de la guerra entre esos dos países con un sola foto que contenía millones de lecturas, emociones, expresiones y asombros.
Esta fotografía, una de las más famosas del mundo, enmarcada por el recuadro amarillo marca registrada del National Geographic, y otro centenar más de ese fotorreprotero, estarán a la vista en el Mayer de la Ciudad de México, como parte de la exposición ICONS.
Kandahar, Afghanistan, 1990. Steve McCurry. Foto: Steve McCurry
Reportero de guerra
McCurry es un fotógrafo que se caracteriza por retratar los conflictos bélicos, la lucha entre las tradiciones ancestrales y la cultura contemporánea, así como todo el rango de emociones de los seres humanos.
Mirar su obra es recorrer un espectro de emociones que van desde la alegría hasta el sufrimiento. Además, sus trabajos incluyen culturas de países tan variados como Afganistán, India, Cuba, Brasil, Italia o en el continente africano.
Es, en verdad, uno de los mejores fotógrafos de la historia. Su trabajo, publicado en múltiples ocasiones por National Geographic, ha dado la vuelta al mundo y ha mostrado la realidad de una manera directa, sobria y sagaz. Su historia inició en la Universidad del Estado de Pennsylvania, donde cursó estudios de cine e historia.
Tras graduarse en 1974, empezó su carrera como fotógrafo en un periódico de su natal Filadelfia. Sin embargo el mundo de los periódicos y las fotografías en blanco y negro le quedó pequeño. Tras cuatro años en el diarismo, empezó a trabajar como freelance con el objetivo de realizar reportajes sobre geografía, sociedad y política para revistas.
Su primer éxito fotográfico fue la publicación en el New York Times, dando voz e imagen a una guerra que se estaba gestando entre Afganistán y Pakistán.
La historia detrás de los ojos verdes
La muestra del Mayer incluye la fotografía que McCurry tomó en 1985 de la joven Sharbat Gula, la cual fue no sólo la portada de la revista National Geographic de ese mismo año, sino uno de los iconos más emblemáticos del drama de los desplazados por la guerra.
Sharbat Gula se convirtió en la refugiada más famosa del mundo a sus 12 años. McCurry la fotografió en un campo de refugiados de Pakistán. Este mes de junio, la foto y la publicación de la revista cumplen 38 años. Pero el fotógrafo con formación de historiador no se conformó con lograr la hazaña de retratar na guerra con una sola foto.
Tras una intensa búsqueda, McCurry y un equipo de National Geographic, en el año 2002, encontraron a Sharbat Gula, para contar el resto de la historia de una de las imágenes más célebres de la historia, 17 años después.
En 2002 era madre de tres hijas, entre ellas Alia, de un año de edad. Para ayudar en la búsqueda, los residentes más antiguos del campo de Nasir Bagh hicieron circular la fotografía de McCurry. Una rudimentaria solicitud de amistad en las verdaderas redes sociales, las tangibles.
Para verificar que Sharbat Gula era la niña afgana fotografiada por McCurry, Thomas Musheno, inspector forense del FBI, efectuó una comparación facial entre las fotos de finales de 1984 y las tomadas recientemente; y John Daugman, inventor del reconocimiento automático por el iris y profesor de informática en la universidad inglesa de Cambridge, determinó matemáticamente que los ojos pertenecen a la misma persona.
Ella recuerda, ha dicho en varias entrevistas, aquel momento de la primera fotografía. McCurry la enfocó y disparó. Recuerda su enfado. Aquel hombre era un desconocido. Nunca la habían fotografiado, y hasta que volvieron a encontrarse 17 años más tarde, nadie había vuelto a hacerlo.
También el fotógrafo recuerda el suceso. Luz suave. Un campo de refugiados en Pakistán, un océano de tiendas de campaña. En el interior de una, la de la escuela, aquella niña fue lo primero que llamó su atención. Al percibir su timidez, la abordó en último lugar. Ella accedió a posar.
La foto original está exhibida ahora en el Franz Mayer. Además de las fotografías, la expo cuenta con audioguías en las que se puede escuchar al propio fotógrafo contando las historias de los personajes retratados en sus obras.