Son un verdadero tributo al concepto del arquitecto catalán Antoni Gaudí, creador de un naturalismo cultural en esa disciplina, que exploró todas las formas de relación entre el entorno y las personas. Tania Oldyork y Roman Noven, el dúo de fotógrafos que forman Synchrodogs, recupera esa textura y agrega dos variables más a la ecuación: la tensión relativa entre moda y arte.
El trabajo de Synchrodogs explora la tensión eterna entre la humanidad y la naturaleza, con imágenes de belleza cruda y animal, que también logran parecer torpemente sofisticadas. Al descubrir hasta qué punto las personas lograron entrometerse en los territorios que estaban destinados a seres salvajes, la dupla trabaja junta en una coreografía íntima sincronizada, compartiendo la misma estética e ideas adquiridas a través de una técnica de meditación hecha por uno mismo que tiene lugar en el borde entre la vigilia y el sueño.
Observando las nuevas formas en que el planeta comienza a verse como resultado de las intervenciones humanas en los procesos ambientales, su trabajo se equilibra entre lo real y lo imaginario, atrayendo al espectador a un mundo inconsciente, salvaje y onírico, con el objetivo de inspirar a las personas a vivir una vida decente llena de respeto y responsabilidad por la Tierra.
Este dúo de artistas reinterpreta la fotografía de desnudos para elevarla a otra categoría: una en la que el cuerpo humano se transforma en accidente geográfico, con valles y elevaciones. Logran que algo sea primitivo y vanguardista a la vez.
Oldyork y Noven un par de artistas ucranianos cuyo excelente trabajo se ha contagiado ya a firmas como Bimba y Lola, Kenzo, Shiseido o la mismísima Lady Gaga; y a editoriales de moda o diseño en publicaciones tan prestigiosas como The Wall Street Journal, Esquire o Harper's Bazaar.
Sin embargo, donde su estilo luce de manera más deslumbrante es en sus proyectos personales, aquellos que les hicieron destacar en el saturado mercado de la fotografía artística.
Interesados sobre todo en el desnudo y en la yuxtaposición entre el cuerpo humano y el paisaje, Synchrodogs consigue instantáneas profundamente salvajes que a la vez esconden una cuidadosa planificación y diseño de arte.
Así, consiguen transportar a sus modelos (la mayor parte de las veces es la propia Oldyork la que posa, reivindicando así el papel del fotógrafo como técnico pero también performer) a un mundo más allá del puramente físico, a una dimensión de ensueño en la que los cuerpos poseen nuevos apéndices, brillan con mil colores bajo el sol o se elevan hacia la oscuridad de la noche.
Sus proyectos son trabajos de riesgo y valentía, como demuestra su Supernatural project, viaje de miles de kilómetros al corazón de Estados Unidos en el que, exponiéndose al calor del desierto y el frío de las noches, e inspirados por largas sesiones de meditación y sueños lúcidos, consiguieron enfrentar de nuevo el cuerpo con el paisaje de una forma que solo se puede calificar de sublime.
Una verdadera exploración que redefine nuestra forma de ver las yuxtaposiciones y contradicciones complementarias de la naturaleza, la cultura, el cuerpo humano y lo que hacemos para sublimar nuestro entorno: el arte.