Influenciada por programas de televisión de la década de 1990 como Buffy the Vampire Slayer y The X-Files, Olivia Erlanger es una artista interesada en combinar el telón de fondo de la clase media estadounidense y el sueño americano con elementos de lo extraño y lo sobrenatural.
El trabajo de Olivia investiga cómo los diferentes tipos de colapso económico y ecológico influyen en la reciente fractura de la identidad.
A su vez, está explorando el folclore estadounidense y los símbolos de la clase media desde una perspectiva feminista y cinematográfica.
Erlanger nació en Nueva York como la hija de una pareja de finanzas; cuando era niña, su familia se mudó a un pueblo suburbano en Connecticut, una experiencia suburbana paradigmática que arrojaría una gran sombra sobre su producción artística.
En una clase de arte de la escuela primaria, recreó, con precisión, un anuncio de Absolut Vodka. por lo que en la escuela llamaron a sus padres, quienes, en realidad, estaban muy orgullosos de Olivia.
“Me dijeron que esto era una señal segura de que estaba destinado a ser artista porque había iniciado una conversación y un poco de controversia. Después de eso, supe lo que quería hacer”.
El estallido de la burbuja inmobiliaria afectó duramente a su familia, y vendieron su casa de Connecticut cuando Erlanger se dirigía a la universidad, lo que hizo que entendiera la conversación conceptual sobre el hogar como instrumento financiero, mientras en realidad experimentaba las consecuencias del hogar como instrumento financiero a escala global, de acuerdo a ella misma.
En la universidad, en Lewis & Clark estudió escultura y literatura, y después de graduarse, viajó por capricho a Berlín con la esperanza de conocer a varios artistas que solo conocía a través de Facebook. Condujo, indirectamente, a su primera exposición importante, en la Galería Fluxia de Milán, en 2014 cuando tenía solo 23 años.
Regresó a Nueva York y su carrera artística comenzó a acelerarse en 2016, cuando consiguió exposiciones individuales en What Pipeline en Detroit, donde mostró ensamblajes de "balsa" hechos de resina, polen de abeja y persianas, y luego en la galería Mathew en Manhattan, para la cual creó una presentación gabinete lleno de lodo y luz roja que variaba de intensidad según las fluctuaciones de la Bolsa Mercantil.
Sin embargo, su su gran avance no llegó hasta que se mudó a Los Ángeles al año siguiente.
Si bien Erlanger enfatiza la investigación que implica su trabajo, reconoce que está impulsada por el deseo de explorar su propia historia, simbolizando el consumismo y las ambiciones diluidas pero aún inalcanzables del sueño americano contemporáneo.
“¿De qué otra manera te obsesionas con examinar la idea del hogar y el Sueño Americano si no es que tienes una relación personal con eso?”, cuestiona la artista.
A día de hoy, Olivia Erlanger vive y trabaja en Nueva York.