La repetición está en el corazón de la obra de Jérôme Arbonville, que no parece imponer más límites que el del espacio disponible en el lienzo.
Esta obstinada repetición, tanto del gesto como del motivo, lleva consigo un poderoso mensaje y pretende mostrar cómo la humanidad se ha transformado en una multitud anónima.
Así, el artista pinta el anonimato en el que nos sumerge la inmensidad de nuestras ciudades, donde buscamos desesperadamente expresar nuestra singularidad imitándonos unos a otros.
Le Première Pierre. Fuente: Sitio Oficial
Después de estudiar negocios, seguido de una breve carrera como consultor, Jérôme se dio cuenta de que su destino estaba en otra parte.
En ese tiempo era bajista en varias bandas de rock, pero su temperamento solitario también lo distanció de cualquier carrera musical y fue gracias a una retrospectiva del trabajo de Francis Bacon en el Centro Pompidou en 1996, que lo impresionó profundamente, y se dio cuenta de que quería convertirse en un artista.
Desde entonces, alrededor de 1996, Jérôme Arbonville pinta todos los días y expone sus primeras obras en 2001.
Empezó su recorrido en el arte con el objetivo de "Ser absolutamente diferente de los demás, pero paradójicamente ser reconocido como tal por ellos es una verdadera parusía a la que aspira la humanidad".
No obstante, fue hasta 2010 en la Feria de Arte Elan en Montpellier que el trabajo de Arbonville tuvo un cambio significativo de dirección, ya que, hasta ese momento, él había estado usando los bosques como su tema principal, pero había un pequeño lienzo que mostraba una multitud en la playa que llamó la atención del público.
Animado por artistas ya establecidos como Régis Mucheron a explorar este estilo de composición, su vida cambió y descubrió el camino de su viaje artístico en torno al tema de las multitudes.
La rrepetición obstinada del artista francés trae consigo un mensaje poderoso y tiene como objetivo demostrar cómo la humanidad se ha transformado en una multitud anónima.
De este modo, Jérôme captura el anonimato en el que estamos inmersos en la inmensidad de nuestras ciudades, donde buscamos desesperadamente expresar nuestra individualidad, mientras nos imitamos unos a otros.
A pesar de su carácter provocador, su mensaje fuerte es bien recibido por un público que es tanto nacional como internacional, lo que le ha abierto las puertas a un sin fin de exposiciones y muestras de largo alcance.