"El coraje para subir a la cima de la escalera es noble, mientras que aquellos que bajan de la percha y luego vuelven a subir son aún más nobles." Esas palabras resumen los 40 años de la breve vida de Hayami Gyoshū, durante los cuales siguió escalando hacia el desafiante objetivo de innovar el Nihonga, esforzándose por lograr un nuevo modo de expresión.
Hayami nació el 2 de agosto de 1894 en Tokio y para él, su arte se convertiría en una forma de vida desde muy joven. Como otros artistas nacidos en su mismo periodo, el Meiji, que abarcó de 1868 a 1912, un nuevo Japón estaba emergiendo. Por lo tanto, las antiguas formas de arte tradicionales ahora fueron desafiadas, o en su defecto fusionadas, con el arte occidental, por supuesto dependiendo de cada artista.
Para Gyoshū, quien desde los 5 años estudió técnicas artísticas tradicionales, esto respresentaba la oportunidad de abrir nuevos caminos y expandir las características de su país que abría sus puertas al resto del mundo.
Dadas sus habilidades natas, sirvió a las órdenes del maestro Matsumoto Fūko y rápidamente se hizo conocido, ya que dos años después de estar bajo su tutela, lo recomendó al círculo Kojikai de jóvenes artistas innovadores, donde se desarrolló y conoció a sus contemporáneos, Kaii Higashiyama, Maeda Seison y Kanzan Shimomura, que aunque eran un poco mayores que Hayami, compartieron espacios e ideas sobre el curso del arte en su generación.
Esto, junto a otras notables cualidades, especialmente en el uso del color, hacían de Hayami Gyoshū una emocionante propuesta en la pintura de la época al mismo tiempo que veía cómo aprovechar la tubulenta época para llevar a cabo su oficio como un modo de vida.
A su lado y en varias mesas de discusión, el joven abogó por nuevos estilos, produciendo lienzos que rompieron con las percepciones convencionales ya que introducía las características de la pintura de estilo occidental, una que se intentaba evitar para crear el sentido de distinción con el estilo nipón. Pero se casó con este desafío y experimentó el Nihonga con formas de pintores como Thomas Webster y Bass Otis, lo que lo ayudó a convertirse en un artista realmente variado.
En 1914, Gyoshū, aún muy joven, con apenas 20 años, gozaba de una gran popularidad entre el público y sus colegas. Formó un grupo llamado Sekiyokai para estudiar nuevos estilos de pintura japonesa, con quienes apoyó el resurgimiento de la Academia de Bellas Artes de Japón (Nihon Bijutsuin). Gyoshū se convirtió en miembro fundador a la par que trabajó en muchas escuelas de pintura, incluidas Yamato-e, Rinpa y Bunjinga.
Continuó sus estudios de la pintura británica y estadounidense, países que nunca pisó, e imaginó un estilo evolucionando gradualmente hacia un realismo detallado, influenciado también por las pinturas chinas de la dinastía Song y Yuan, a los que tuvo acceso dada su buena relación con algunos otros colegas.
Gracias a esos atrevimientos, su trabajo posterior evolucionó más hacia el simbolismo.
Su ímpetu y constante evolución prosperó por años, incluso después de 1919, cuando fue atropellado por un tren y perdió una pierna. Mientras se encontraba en reposo, presentó varias obras en una exposición denominada Inten; ya con más movilidad realizó una gira por Europa, donde presumió sus dibujos de flores, pájaros, y retratos a base de tinta china, que fueron especialmente bien recibidos por los críticos de arte.
Dance of Flames, de 1925, es considerada su obra más importante, ya que fue la primera del periodo Shōwa en recibir el estatus de Propiedad Cultural Importante (ICP) por la Agencia de Asuntos Culturales del gobierno japonés.
La apasionante y curiosa vida de Hayami Gyoshū terminó repentinamente en 1935 debido a un fiebre tifoidea, cuando apenas tenía 40 años.
Contrario a algunos de sus colegas, Hayami es citado sobre un pensamiento que alguna vez plasmó a la par de una pintura, este leía:
Veo los pétalos en el suelo con una esperanza que se desvanece, y entonces pienso en la realidad de la vida. Por un lado, tienes un impresionante árbol de camelia lleno de la belleza que existe en este mundo. Sin embargo, por el otro lado, la realidad gradual de que la vida está representada en cada pétalo en el suelo, que son la esperanza y los sueños que se desvanecen. Pero, por supuesto, el arte está abierto a la interpretación.