Chu Teh-Chun fue un artista franco-chino cuyo trabajo estuvo a la vanguardia de la integración de los estilos de pintura tradicional china con la abstracción occidental en el siglo XX.
Nacido en 1920 en Hangzhou, China, Chu creció en el condado de Xiao en la provincia oriental de Anhui, una región que se extiende cientos de millas al norte del río Yangtze y hogar de la famosa Montaña Amarilla.
Inspirado por su abuelo, quien coleccionaba arte y poesía, y por su familia que se había educado en la historia de la caligrafía tradicional y la pintura con tinta, se animó a tomar el pincel como la forma en la que llevaría a cabo su vida.
Al reconocer su talento para la pintura, el padre de Chu lo convenció de que no se convirtiera en gimnasta y estudiara en la Academia Nacional de Bellas Artes de Hangzhou. Luego hizo lo mismo en la escuela Lin Fengmian, un artista visionario con una estética panasiática expansionista que quería reconciliar el arte tradicional chino con el modernismo occidental.
Fue aquí donde Chu conoció a Wu Guanzhong y Zao Wou-Ki, dos grandes maestros de la pintura tradicional de China, y con quienes luego se convertirían en los "Tres mosqueteros" del arte modernista chino, ya que su obra, junto con la de Wu y Zao, influyó indiscutiblemente en los artistas de las generaciones posteriores.
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Cuando era adolescente, Teh-Chun estudió con el moderno maestro de tintas Pan Tianshou, aprendiendo a perfeccionar el exigente arte del caoshu, una forma de caligrafía en la que los caracteres se escriben con un trazo ininterrumpido.
En años posteriores, comparó la espontaneidad controlada del medio con el expresionismo abstracto, cultivando su propia forma de la pintura.
En 1937, con el estallido de la guerra chino-japonesa, la Academia se vio obligada a trasladarse a Nanjing, donde Chu participó activamente en el movimiento de resistencia de su país, diseñando carteles de propaganda y murales en protesta contra la invasión japonesa.
Se convirtió en profesor de Arquitectura en la Universidad Nacional Central de Nanjing en 1945 antes de renunciar a su cargo tres años después. En 1949, comenzó a enseñar arquitectura en la Universidad Nacional Normal de China en Taipei, Taiwán.
Posterior a los años bélicos, enseñó estilos de pintura occidental en la Universidad Nacional Normal de Taiwán a principios de la década de 1950, hasta que se mudó a París, donde vivió el resto de su vida, convertiéndose incluso en ciudadano francés en 1980.
Poco después de su llegada a París, recibió la medalla de plata en el Salón de Primavera de 1956 por un retrato de su esposa, Chu Ching-Chao, una obra a la que Wu Guanzhong apodó la Mona Lisa del Este, lo que le dio un nuevo y mejor impulso a su talento, uno que llegó a muchos más lares del mundo que sus compañeros que trabajaron antes que él.
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Esto llevó a Chu a que abandonara su estilo figurativo temprano en favor de composiciones más abstractas con pinceladas amplias y un sentido audaz del color que evocan vagamente las formas de la caligrafía china, juntando los paisajes de su infancia y la experimentación abstracta que tenía lugar y fuerza en Nueva York y Europa Occidental.
El resultado es la fusión perfecta entre ambos estilos, llevando al pintor como uno de los padres de la fusión oficial de ambos estilos.
La exposición de 1964 en el Carnegie Museum of Art en Pittsburgh le trajo fama internacional y amplió enormemente su carrera y su mercado. Sus amadas y admiradas obras se han exhibido en museos de todo el mundo y actualmente ocupan más de 50 recintos culturales importantes, haciendo que su obra se encuentra entre las más caras de los artistas chinos.
En 2014 murió a la edad de 93 años. Sus amigos cercanos Zao Wou-Ki y Wu Guangzhong describieron el arte de su amigo como "como pinturas occidentales cuando se miran desde lejos, pero cuando se examinan de cerca, parecen pinturas chinas".
Los bloques de color y las líneas geométricas de la obra de Chu recuerdan al expresionismo abstracto, pero las montañas y los ríos monumentales evocan el estilo de la dinastía Song del Norte de China.
El artista absorbe lo que ve en la naturaleza y lo refina en su mente, y es el poder de la imaginación del artista, su sensibilidad y su carácter interno lo que se revela en el lienzo. Aquí es donde los conceptos detrás de la pintura china y la pintura abstracta se unen perfectamente.