Las guerras lo destruyen todo y eso era lo que atemorizaba a Anatoli Haritonov, un ucraniano que hasta antes de que iniciara la invasión rusa trabajaba como vigilante en el Museo de Historia y Costumbres Locales de Ivankiv.
Su mayor preocupación (y no era para menos) es que 14 obras de esta pintora ucraniana, una de las más importantes, que incluso Pablo Picasso y Marc Chagall llegaron a alabarla, quedaran reducidas a cenizas.
Ante el inminente ataque, Haritonov decidió guardar las obras en una caja de madera que tradicionalmente se empleaba para almacenar trigo pero esto no lo dejaba del todo tranquilo, pues sabía que la medida no era suficiente para evitar su destrucción.
Pocas horas después, su mayor temor se hizo realidad: un proyectil destruyó parte del museo y prendió fuego al resto.
Gracias a que vive justo enfrente del recinto es que Haritonov pudo tomar acción casi de inmediato y en cuanto le fue posible ingresó al mismo para sacar, con ayuda de otros de vecinos, los hermosos y famosos cuadros de Primachenko.
De acuerdo con lo que Haritonov declaró al periódico español El País, este no tardó más de 15 minutos en maniobrar y sacar las obras de arte ya que el humo le impedía respirar y el fuego estaba consumiendo las paredes del museo.
Este hombre, con ayuda de otros de sus vecinos, así lograron salvar el 10% de las 800 piezas del museo gracias a su valentía y que sabían que sin su arrojo parte de su historia quedaría reducida a cenizas.
Tras darse a conocer esto, Nadiya Biriyk, directora del museo, informó que los cuadros de Maria Primachenko fueron escondidos bajo tierra para evitar sufran algún daño o caigan en manos equivocadas.
La importancia de la obra de Maria Primachenko radica en que es un fenómeno profundamente nacional, con un marcado estilo artístico individual. La artista se inspiraba en la fauna y flora para plasmar flores, plantas o animales con colores y trazos inspirados por la ornamentación tradicional ucraniana.