“Estoy más interesado en el fenómeno de la desaparición que en la de la aparición y el desarrollo”, escribió Nikita Alexeev.
Alexeev era un rebelde y amaba la vida, a pesar de todas las dificultades y dolores que le presentaba. Su rebelión no fue principalmente contra su país, ya que tenía una verdadera y profunda alma rusa. Sin embargo, el sistema político y social del que surgió ayudó a moldear su resistencia, su capacidad para eludir el acoso, y su contribución a una forma de pensar completamente nueva.
Nacido en 1953 en Moscú y egresado de la escuela de arte Revolución de 1905 en Moscú y de la Escuela de Poligrafía de dicha ciudad, fue uno de los miembros más jóvenes del Grupo de Acciones Colectivas, que estaba en el corazón del Conceptualismo.
Y es que para algunos críticos del arte, el regalo de este movimiento al mundo aún no ha sido apreciado completamente en el país o en el extranjero, y se ha complicado aún más con las formas tan cambiante de estos tiempos. Pero, a medida que reconozcamos su legado, es posible que también lleguemos a comprender lo que se le debe al trabajo de Alexeev, uno que recién comienza a cobrar el impacto que se merece.
Desde muy joven estuvo expuesto al arte contemporáneo occidental, y se interesó por la poesía contemporánea y las nuevas corrientes en las artes visuales y la música, marcando su comienzo en el mundo de las artes, tanto que para principios de la década de 1970, Nikita era conocido en Moscú como poeta y participaba en lecturas clandestinas. Su primera pintura y gráfica, él mismo la define como "abstracción surrealista", una etiqueta que también fueron acompañando a sus obras.
En esa misma década, una de gran proyección, se vinculó con los artistas del grupo Sretensky Bulvar, especialmente con Ilya Kabakov, quien le causó una gran impresión. En 1979 participó en la creación del Archivo de Arte Nuevo de Moscú, y para 1982, ayudó a lanzar la galería de arte no oficial APTART en su propio departamento, del que fue director hasta 1984, que se convirtió en el lugar elegido para la segunda generación de actuaciones salvajes y exposiciones absurdas de artistas no oficiales.
El resultado de la actividad de la galería para Nikita, así como para la situación del arte en Moscú, fue una transformación dramática del estilo. Desde entonces, los artistas comenzaron a utilizar otro lenguaje artístico, visualmente más agresivo y texturizado. Durante este período, Alexeev experimentó a menudo con la superficie de las pinturas, utilizando diferentes materiales como tela y objetos, abriendo camino a una nueva forma para el movimiento, colocándolo a la cabeza del mismo.
A partir de 1987, hecho ya una figura monumental de la abstracción surrealista rusa y el conceptualismo local, participó en muchas exposiciones del club de vanguardia Klava de su natal Moscú, abriéndose diversos caminos que lo fueron definiendo.
Junto con Andrey Monastyrsky, Nikolai Panitkov y Lev Rubinstein, Alexeev creó el grupo Acciones colectivas, con quien realizó alrededor de 120 interpretaciones con el objetivo de minar los mecanismos de creación de los sentidos y las formas de superar los límites de los significados convencionales. También realizó sus acciones individuales con un carácter más lírico, existencial, y también improvisado.
Entre 1985 y 1987, Alexeev experimentó nuevamente y cayó en el "rock de simulación" con el grupo Central Russian Elevation, con quienes alcanzó una notable fama hasta que se fue a vivir a Francia. Poco después de su regreso a Moscú en 1993, abandonó su práctica artística para trabajar como crítico y se convirtió en el Editor de la sección de Cultura del semanario Inostranetz (El Extranjero), que le dio una gran proyección en la parte editorial del arte.
Su labor periodística y crítica lo llevó también a colaborar en otras publicaciones a lo largo de todo el mundo, como lo fueron Itogi, Voyage, Paris Match, Khudozhestvenny Zhurnal, Mesto Pechati, Iskusstvo, America, entre otros.
Desde entonces y hasta el último día de su vida, el 26 de marzo de 2021, Alexeev fusionó el arte y el periodismo, dando saltos también a temas parcialmente autobiográficos, creando una especie de diario visual, que sería el último trabajo de su vida.
Al final, deja mucho arte que vale la pena admirar, uno que lo coloca como uno de los artistas rusos más palpables.