La pintora Margaret Keane, conocida por crear principalmente melancólicos niños de ojos grandes y quien murió a los 94 años, protagonizó uno de los más grandes escándalos de la historia reciente del arte al reivindicar la autoría de sus obras.
Nacida en Tennessee, en 1927, comenzó a dibujar a los 10 años por lo que sus padres decidieron que recibiera clases en dicha materia para alentar su talento.
Desde el comienzo de su carrera artística, su estilo kitsch destacó por los grandes ojos que pintaba a los ángeles que solía plasmar ya que después de haber sido operada del mastoides su tímpano se dañó, provocando daño permanente en el mismo y la pérdida de su audición.
Así, debido a esta terrible experiencia, fue que buscó la forma de amplificar todo lo que decía y la halló de la forma más inusual: pintando ojos desmesuradamente grandes.
Boy and poodle signed, de Margaret Keane. Fuente: Keane Eyes Gallery
El tiempo pasó y su tan característico estilo maduró, además de que poco a poco fue incorporando adultos y animales con enormes y oscuros ojos.
Tras un primer matrimonio, del que tuvo una hija, se casó, en 1955, con Walter Keane, un agente inmobiliario aficionado al arte.
La carrera de Margaret pudo jamás haber despegado si no hubiera sido por Walter, pues fue este este quien la convenció de que se encerrara en su estudio del sótano para pintar en paz, mientras él llevaba a cabo campañas para promocionar su trabajo como propio.
Dicho esquema, en el que Walter Keane se vendió como un gran artista y Margaret sencillamente quedó en las sombras por su gran timidez duró poco más de 10 años, de 1950 a principios de 1960.
En muy poco tiempo los cuadros firmados solo como Keane comenzaron a hacerse famosos y Walter saltó a la fama, pues nadie sospechaba de que quien los pintaba era Margaret.
La pareja empezó a recibir encargos de estrellas de Hollywood y todo parecía funcionar hasta que la pareja empezó a distanciarse, por los abusos de él e incluso éste llegó a amenazar a Margaret con matarla si algún día revelaba la verdad.
En 1965 la pareja se divorció y fue cuando todo salió a la pública debido a que ambos reclamaban la autoría de las tan cotizadas pinturas.
Para demostrar que ella siempre había sido la autora, Margaret retó a Walter pintar en público y, lógicamente, él no se atrevió a hacerlo.
En 1986, Margaret denunció a Walter por haber declarado en una revista que el artista era él. Ante los dimes y diretes y aquella situación que llevaba décadas, el jurado les pidió a los dos pintar un cuadro in situ y solo ella lo hizo, ganando así el juicio y con ello, su nombre artístico.
En 2014, la historia de Margaret Keane tomó una nueva dimensión, fue conocida alrededor del mundo, debido a que el cineasta Tim Burton realizó una película sobre ella, llamada Big Eyes, en la que Amy Adamas la interpretó.
Así, hoy, con tristeza, nos despedimos de una mujer que luchó como una guerrera para reivindicar su lugar en el mundo del arte.