Los pintores Édouard Manet y Berthe Morisot protagonizaron una larga, compleja y secreta historia de amor a finales del Siglo XIX.
Y aunque estos artistas nunca pudieron estar juntos como pareja, ellos lograron crear un universo en el que hallaron la libertad y el lenguaje ideal para declarar su gran pasión como solo ellos sabían hacerlo: la pintura.
Manet escandalizó a París en aquella época debido a que pintó la sexualidad de manera completamente abierta y objetiva. Berthe fue nada más y nada menos que la primera de las mujeres que se unieron al impresionismo.
Cuentan que la pintora era bellísima. De ojos negros enormes, alegre, divertida y que contaba con una gran (y profunda) personalidad. Berthe Morisot tuvo una educación privilegiada y perteneció a una familia que apreciaba mucho la literatura, la música y la pintura.
Fotografía de Berthe Morisot. Fuente: Arthive
Resulta que conoció a Édouard Manet en el Louvre debido a que casi a diario iba a este recinto para poner su caballete frente a las grandes obras de sus pintores más admirados y sencillamente dedicarse a copiarlas.
Un día, así cuando ella creaba, Manet la vio y quedó impresionado con su talento y belleza. El pintor quedó tras prendado de Berthe que decidió invitarla a conocer el Café Guerbois, el lugar donde nació el impresionismo y de ahí sencillamente se dio un flechazo.
Cuentan que Manet se sintió atraído no nada más por su belleza, sino por su sensibilidad y forma de pintar.
Todo hasta aquí suena sencillamente genial, como el inicio de una gran historia de amor, pero el gran problema era que Manet estaba casado con Suzanne Leenhoff, una pianista holandesa.
El tiempo pasó y su amistad se fortaleció y la admiración entre ambos creció. El gran giro de esta historia se da cuando Berthe, por alguna extraña razón, decidió casarse con Eugène, el hermano menor del célebre pintor.
A partir de entonces, Édouard Manet decidió tomar a Berthe Morisot como su modelo y gran inspiración. Expertos en la vida de este artista señalan que, aunque este tenía otras modelos, el pintar a Berthe era lo que más disfrutaba y lo anterior se notaba hasta en las composiciones que llevaba a cabo.
Fotografía de Berthe Morisot. Fuente: Arthive
Los críticos de arte dicen que a este pintor lo caracterizaba la indiferencia, pero en los 12 cuadros que hizo de Berthe Morisot aunque ella aparece con una mirada distante todo lo que la rodea sugiere una enorme pasión.
Cuentan que cuando estaban juntos, ambos brillaban con tal fuerza que eclipsaban a quienes estuvieran a su lado.
En cuanto a Berthe Morisot se dice que tal era la admiración y devoción por Manet que no podía dejar una semana sin verlo para entablar largas conversaciones y así sentirse plena.
Entre ellos existía una especie de pacto más allá del amor carnal, pues uno no se veía sin el otro y eso fue hasta el final de sus días. Él la inmortalizó en sus cuadros y ella jamás dejó de acudir a él, lo que se convirtió en su forma de demostrarse su profundo y muy real amor durante muchísimos años.
Al final resulta que ni la muerte los pudo separar debido a que Berthe fue enterrada en el sepulcro de la familia Manet, con su esposo y su cuñado.