Las pinturas de Aleksandra Urban son un viaje visceral al mundo de los recuerdos y las fantasías, donde la realidad adquiere los aspectos misteriosos de un sueño, incluso una pesadilla.
Llena de personajes extraños y fantasmas de terror, sus obras no pueden interpretarse sin ambigüedades.
Para llevarlas a cabo, Aleksandra a menudo usa la técnica kitsch y frecuentemente se refiere a la esfera sagrada.
Nacida en 1978, la artista residente en Wroclaw se educó en la Academia de Bellas Artes de la ciudad.
Durante los últimos años, ha llamado la atención en la escena del arte contemporáneo en Polonia y en toda Europa, exhibiendo en eventos y lugares tan prestigiosos como el Festival de Arte de Edimburgo, BWA Studio en Wroclaw, Art Agenda Nova Bestregards Gallery en Frankfurt e incluso en Brasil.
Su enfoque de la pintura adopta una inclinación caricaturesca y de arte pop, con formas reconocibles y escenarios que adquieren un carácter gótico y antinatural.
Sus pinturas de niñas esparcidas por el bosque, aparentemente víctimas de la crueldad de depredadores invisibles, no son menos inquietantes que sus homenajes iconoclastas al arte sacro.
Un aire de culpa y sospecha impregna todas estas obras como si fueran documentos de una investigación en curso, ya sea del pasado o del presente inmediato.
La visión de Urban sobre la pintura es ciertamente posmoderna, adoptando una actitud similar a la de sus compañeros contemporáneos de Polonia, Radek Szlaga o Magdalena Burdzyńska, al usar la técnica de la pintura para socavar su autoridad al cambiar el tema de los retratos nobles y naturalezas muertas a una versión pop-art de la cultura contemporánea.
También examina la naturaleza del miedo desde la perspectiva de una víctima o mártir, tanto en el ámbito físico como espiritual, así como el miedo a ser testigo de un crimen, o incluso actuar como agresor.
De esta manera, pretende explorar la mente humana y la motivación.
En At the Tip of the Tongue, exhibida en la Galería Leto de Varsovia en otoño de 2012, se centra en la forma en que la mente divaga en torno a un tema, alejándose del tema en cuestión y manteniendo la mente adivinando a medida que avanza y teje a través de una serie de asociaciones que están apenas por debajo de lo que uno está buscando.
Ella dice que esto es similar a lo que siente cuando trabaja en una pintura, y explica: "Estoy tratando de encontrar un significado, arreglo los elementos con la esperanza de que la solución correcta se me ocurra".
En resumen, su obra tiene su inicio en la realidad que la rodea. En ella, la memoria registra elementos elegidos, que son intrigantes y estimulantes para mi imaginación y luego la conciencia artística los transforma en nuevas imágenes. De esta forma, su pintura no podría existir sin el viaje y la atenta observación del mundo.