Karol Hiller, pintor y diseñador gráfico polaco nacido en 1891 y muerto en 1939, es conocido por sus obras constructivistas y biomórficas.
Junto con Katarzyna Kobro y Władysław Strzemiński, es figura clave del movimiento vanguardista polaco de entreguerras.
Hiller estaba familiarizado con los fotogramas de Man Ray y Laszlo Moholy-Nagy y estaba fuertemente inspirado por ellos, sin embargo, insatisfecho con el carácter experimental de los fotogramas, comenzó a trabajar en una técnica que eliminara la casualidad del proceso de creación.
Na krze (olej), 1938-1939. Fuente: Muzeum Sztuki w Łodzi.
Los esfuerzos de Hiller dieron como resultado la creación de una nueva técnica en la década de 1930. Debe subrayarse, sin embargo, que mientras el famoso dadaísta elogió la casualidad, Hiller prosperó en el proceso que le permitió controlar a fondo el efecto final.
La deformación y el torbellino de la materia fluctuante o al contrario, las formas cristalinas y bien proporcionadas que se juntan tensan las composiciones hasta el límite.
Las formas geométricas y abstractas transmiten la abundancia de significados metafóricos que muchas veces aluden a motivos de seres humanos, música, máquinas, industria, ciudad y sobre todo visiones catastróficas. Hiller evitó la simple literalidad y dejó sus obras abiertas a la interpretación.
Muchos eventos trágicos finalmente llevaron a la desaparición de una gran parte de sus obras, comenzando por la inofortunada ejecución del propio artista por parte del pelotón de fusilamiento nazi en 1939 y continuando con la confiscación de propiedades, la guerra y el rápido reasentamiento de su viuda de su apartamento compartido.
El logro más profundo de Hiller, entre muchas otras cosas, fue la invención de la heliografía en 1930, medio que combina pintura, gráfico y fotografía y permite innumerables efectos gráficos.
Las obras abstractas biomórficas, junto con las geométricas, se refieren directamente a emociones y sentimientos, que en la creencia del artista eran los más importantes en la obra de arte.
Desafortunadamente, la carrera de Hiller fue interrumpida violentamente por el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Fue ejecutado en diciembre de 1939.