La obra de Kenny Scharf, especialmente sus instalaciones, resultan intrigantes y tan variadas que resulta imposible clasificarlas.
Este artista neo-pop, que emergió de la misma escena artística neoyorquina que Keith Haring, Jean-Michel Basquiat y Klaus Nomi, es alguien cuyo acervo creativo ha sido destrozado y alabado infinidad de veces durante varias décadas.
Scharf nació en Los Ángeles en 1958, donde vivió toda su niñez y adolescencia, pero decidió estudiar arte en Nueva York para poder absorber la magia que emana dicha ciudad.
Pronto, debido a su irreverente e innovadora propuesta, Kenny Scharf se convirtió parte de la escena artística de East Village durante la década de los años 80.
En aquel momento, las creaciones de Scharf resultaban desafiantes y estimulantes, además de que resultaba todo una experiencia poder verlo ya que pertenecía a uno de los grupos de artistas que estaban en boga.
En sus instalaciones Kenny Scharf emplea una gran variedad de recursos y alusiones para crear mundos alucinatorios llenos de dibujos animados, elementos de la cultura popular y colores brillantes.
Sus obras irradian, casi siempre, alegría y muchísimo optimismo, aunque tuvo un periodo, a finales de la década de los 90, donde se sumergió en su lado más oscuro.
Las instalaciones de Kenny Scharf siempre reflejan un universo visual único, el cual suele basarse en ideas y experiencias extraídas de su espectacular imaginario creativo el cual está basado en la cultura pop.
Debido a esto, el artista ha podido exhibir sus trabajos a gran escala en el Museo Salvador Dalí, en St. Petersburg; el Museo de Arte de Queens, en New York; el Museo Hammer de Los Ángeles; el Museo de Arte de Portland y el Museo de Arte NSU de Ft. Lauderdale.