Con su multidisciplinario arte, David Wojnarowicz se convirtió en luz para los marginados, los débiles, los indefensos y todos aquellos que sencillamente no encajaban en un molde.
En la década de 1980, bajo la administración de Reagan, algunos artistas, entre ellos Wojnarowicz, alzaron la voz para denunciar la injusticia causada por el Sida, enfermedad que en aquel momento era tan temida y sinónimo de una sentencia de muerte.
¿Por qué no la reconocen como se debe?, ¿por qué no se genera una respuesta inmediata? y ¿cómo que solo mata a personas que se lo merecen?.
De esas preguntas que en algún momento lanzó David Wojnarowicz nació en una ira y rabia que supo canalizar a través de su arte y así convertirse en un imparable activista hasta el último día de su vida.
Something From Sleep III (For Tom Rauffenbart), 1989. Fuente: The New York Times
Utilizando todas las técnicas disponibles, desde la pintura, fotografía, escultura, cine, escritura y performance, el artista estadounidense se esforzó por cambiar el status quo sobre el poder y sobre todo el por qué algunas vidas son visibles y otras pasan desapercibidas.
Wojnarowicz ganó atención en los Estados Unidos (y el mundo) en 1989, cuando el National Endowment for the Arts decidió rescindir el dinero para un catálogo de una exposición sobre el Sida debido a un ensayo que escribió en el que atacaba a varias figuras públicas.
Su arte siempre fue personal, así que en sus obras plasmó, con pasión y una belleza incomparable, los abusos que sufrió de niño y todo aquellos que vio en las calles cuando vivió en ellas durante su adolescencia.
Untitled (One Day This Kid…), 1990. Fuente: Whitney Museum of American Art
Nació en Red Bank, Nueva Jersey, pero decidió escapar de su casa debido a los abusos de su padre. Vivió en las calles y finalmente se graduó de la Escuela Superior de Música y Arte de Manhattan.
Wojnarowicz fue uno de los muchos artistas de su generación que lograron reconocimiento en la escena artística del East Village a principios de los 80. En aquella época fue conocido por estarcir imágenes de casas en llamas y figuras cayendo a los lados de los edificios.
En sus pinturas y fotografías, que a veces incorporaban textos, plasmó la cultura popular y creó imágenes que podían ser oscuramente surrealistas.
Wind (for Peter Hujar). Fuente: The Museum of Modern Art
El fotógrafo Peter Hujar, quien fue su amante y amigo, lo animó a abrazar su don para la pintura. Cuando este murió por complicaciones derivadas del Sida y poco tiempo después fuera diagnosticado con la misma enfermedad en 1988, hizo que David Wojnarowicz diera testimonio de la misma a través de su arte.
A través de sus obras (y la sensibilidad que desprenden) se puede observar cómo abrazó su destino fatal, como un capitán en un avión destinado a estrellarse.
La muerte fue su enfoque y su material: documentó a sus amigos moribundos (sobre todo a Peter Hujar) y, por otro lado, se obsesionó con utilizar colores exuberantes y la abundancia de símbolos de la vida pues esta fue su forma de aferrarse a la misma.
El legado de David Wojnarowicz, quien falleció a los 37 años, es profundo y sumamente valioso ya que llamó la atención del público sobre la realidad del Sida, el sufrimiento que causa y el alto precio que se paga por padecer una enfermedad tan estigmatizada.