Salvador Dalí es sin duda uno de los pintores surrealistas más reconocidos del siglo XX. Famoso por sus precisos dibujos e imágenes extrañas, su repertorio artístico incluía pintura, escultura, fotografía y colaboración con otros artistas.
Si bien no podemos descartar el valor del arte de Dalí, es igualmente importante aceptar la compleja mentalidad de Dalí.
Y es que Salvador Dalí estaba fascinado con Hitler, y derramó su fascinación en algunas de sus obras. Por esta razón, fue criticado a menudo por otros surrealistas, sus antiguos amigos.
Dalí fue excéntrico durante toda su vida, y a menudo, parecía francamente loco, sin embargo, su impacto cultural fue innegable y siempre pudo perseguir sus impulsos creativos sin la condena pública.
Con el paso de los años, el pintor ampurdanés (noreste de España) había decidido inventar su propia religión en los años treinta. Se lo contó al escritor y periodista Alain Bosquet en una entrevista y lo mencionó brevemente en sus memorias, Diario de un genio.
No obstante, la fascinación que sentía por algo tan aborrecible como el nazismo está destinada a crear tensiones y dilemas morales.
La obra más destacada de Dalí relacionada con Hitler es la pintura El enigma de Hitler, de 1938, que presenta una pequeña fotografía de Hitler en un plato y una atmósfera sombría de aislamiento.
Debido a esta pintura, Dalí fue expulsado de la comunidad surrealista por su entonces líder, el poeta francés André Breton, y Dalí abandonó Europa para establecerse en Estados Unidos.
En 1958, Dalí pintó La metamorfosis del rostro de Hitler en un paisaje iluminado por la luna con acompañamiento. A primera vista, el cuadro parece representar una benévola escena iluminada por la luna con algunas formas características del estilo de Dalí, pero si se gira el cuadro hacia un lado, se revela una representación de la nariz y el bigote de Hitler transformados en un paisaje de ensueño.
Al comentar este cuadro, Dalí afirmó que “a menudo soñaba con Hitler como otros hombres soñaban con mujeres”.
Esto llevó a muchos críticos y teóricos del arte a creer que la fascinación de Dalí por Hitler era sexual, y en 1973, Dalí creó otro cuadro que generó mucha controversia en el mundo del arte. Lo tituló Hitler masturbándose y mostraba a Hitler masturbándose en un sillón en un paisaje nevado, rodeado de caballos.
Lo cierto es que el gran pintor español ideó esto cuando Hitler, Mussolini y Stalin estaban en el poder, así como cuando la ultraderecha tomaba el Parlamento francés.
Mientras, Breton se asoció con uno de sus mayores rivales, el filósofo francés Georges Bataille, para fundar un grupo de intelectuales que publicaron ensayos antifascistas en la revista Contre-attaque (o Contraataque), cuyo objetivo era combatir el fascismo y promover una revolución proletaria libre de las limitaciones impuestas por el Partido Comunista.
No está claro si la personalidad de Hitler fascinaba sólo como concepto artístico o como representación de un deseo sexual reprimido, o si tal vez incluso albergaba cierta simpatía por la ideología nazi, pero lo indudable es que Dalí a menudo infundía en sus pinturas fragmentos de sus sueños e imágenes de su subconsciente, y se sabe que prosperó para representar la sexualidad a través del simbolismo.
Por eso, aunque se desconoce la naturaleza exacta de su fascinación por Hitler, es uno más de los enigmas que rodean a la gran leyenda de Dalí.