Chet Baker, un icono del mundo del jazz, murió el 13 de mayo de 1988 en Ámsterdam luego de caer desde la ventana de su habitación de hotel.
Existen varias teorías de qué fue lo que le pasó y justo por eso repasamos los úlimos días de uno de los más grandes jazzistas, pues en ello, encontramos varias pistas de quién fue en realidad.
Debido a que había drogas en su sistema y no estaba acompañado por alguien que puediera relatar lo que pasó, la policía comenzó a recoletar sucesos e incluso a cuestionar a los seguidores de sus giras con el fin de recolectar teorías y encontrar un camino que indicara qué fue lo que realmente pasó aquella noche.
Apenas dos semanas atrás, el 28 de abril de 1988, Chet dio su último gran concierto en Hannover. Desde que decidió irse a vivir a Europa en 1978, era común verlo tocar en las banquetas de diversas ciudades, especialmente en Roma, pidiendo cambio a quienes pasaran por las calles.
Tenía 51 años, pero parecía de 75 porque su adicción a la heroína y al crack que dominaba su vida desde hace 30 años atrás le había arruinado los dientes. Su cara estaba tratada con dureza debido a las drogas, sus rasgos estaban hundidos y parecía como si toda su tez estuviera compuesta de sombras, pero lograba mantener su voz ligera y llena de la inocencia, al igual que en su juventud.
En este útlimo gran concierto se paró a lado de la Orquesta Sinfónica de la Radio del Norte de Alemania con un set quen contenía principalmente las canciones a las que siempre regresó a lo largo de su carrera como I Get Along Without You Very Well, Look For The Silver Lining, Tenderly, Almost Blue, y una versión de nueve minutos de My Funny Valentine, la canción que lo volvió tan famoso.
Aquella noche creó una gala musical que fue recibida con un enorme entusiasmo por una audiencia agotada, pero que sin lugar a dudas permitió plasmar su genialidad artística.
En tan solo un par de horas, Chet Baker pagó sus deudas con Miles Davis por haberlo guiado durante sus años formativos. Al tocar Summertime, la gente fue testigo de Chet literalmente convertirse en lo que siempre quiso ser: alguien que sonaba más a Miles Davis que el propio Miles Davis.
Acabó su programa y no se quedó a buscar sus aplausos. Se marchó del escenario y salió rumbo a su hotel en cuestión de minutos. Nadie lo alcanzó. A la mañana siguiente, se fue en tren a Ámsterdam, y fue aún mas complicado alcanzarlo. Se instaló en su hotel, pidió privacidad, y le siguió un colapso mental y un nuevo descenso al mundo de la heroína que le duraría varios días.
Tan pronto se hizo público que había vuelto a salir a vagar por las calles de donde tanto tiempo ya había radicado, se dio a conocer que había muerto tras caer de la ventana de su cuarto de hotel. Todo es confuso en cuanto a sus últimas horas, pero se sospecha que fue un negocio de drogas el que salió mal, o que se peleó con quien le surtía el vicio, o bien, que se suicidó porque ya no podía más.
Al final, aunque la policía nunca volvió a retomar la investigación, el recepcionista del lobby y los cercanos al momento definitivo concluyeron que el caso quedó en que Chet río y platicó con Little Jimmy Scott y una mujer en el lobby de su hotel, pero al subir a buscar cigarrillos o sus llaves, descubrió que se había quedado fuera de su habitación, sin embargo, la puerta del cuarto de al lado estaba abierta, entonces decidió entrar, salir al balcón, y tratar de llegar a su propio balcón, pero perdió el equilibrio y cayó fatalmente.
Fuente: Photographer William Claxton.
Nada es seguro, pero lo que sí queda claro es que su voz iluminó con una luz nunca antes vista y hasta el día de hoy suena con fuerza. El 28 de abril de 1988, cuando dió su último gran concierto, en Hannover, brilló como brilló cuando apenas empezaba a construír su legado.