El escritor chileno Jorge Edwards, cuya obra retrató a la América Latina convulsa y fue considerado como uno de los más influyentes memorialistas de la literatura en español, murió a los 91 años en Madrid.
Nació en Santiago en 1931, como miembro de una familia con un largo y complicado arraigo en la política y la cultura de su país, y se convirtió en el primer chileno en recibir el prestigioso Premio Cervantes, en 1999.
Estudió en la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile y en el Instituto Pedagógico de la misma universidad, para continuar con sus estudios de posgrado en la Universidad de Princeton.
Como diplomático de carrera desempeñó cargos como primer secretario en París, consejero en Lima, encargado de Negocios en La Habana y ministro consejero en París ente 1971 y 1973.
Tras el golpe militar en Chile, se exilió en Barcelona en 1973, donde trabajó como director de la editorial Difusora Internacional y colaboró como asesor en la Editorial Seix Barral, con lo que tuvo oportunidad de entrar en contacto con otros escritores latinoamericanos que vivían en la ciudad, como Gabriel García Márquez o Mario Vargas Llosa.
Su obra ha sido valorada como una literatura alejada de los temas rurales para centrarse en lo urbano del País; se le ubica en la Generación del 50, junto a sus colegas José Donoso, Enrique Lafourcade y Claudio Giaconi.
Entre las novelas que escribió se encuentran Los convidados de piedra (1978), El museo de cera (1981), El sueño de la historia (2000) o La casa de Dostoievsky (2008) y por eso es considerado uno de los autores más destacados de la literatura chilena del siglo XX.
Además, colaboró con medios europeos y latinoamericanos, como el diario francés Le Monde, el español El País, el italiano Il Corriere della Sera o los argentinos La Nación y Clarín, además de en la revista mexicana Letras Libres.
García Márquez, Edwards, Vargas Llosa, Donoso y Ricardo Muñoz Suay, junto a Carmen Balcells. Foto: El País

Un gran crítico de Cuba
Edwards pasó tres meses en la capital cubana en 1971 para abrir la Embajada de Chile en representación del gobierno de Salvador Allende, uno de los primeros que restableció lazos diplomáticos con el régimen de Fidel Castro.
Su doble oficio de diplomático y escritor le permitió a Jorge Edwards estar en contacto con escritores de la isla que le contaban la vida ahí, una mirada diferente de la versión oficial. Edwards nunca fue expulsado oficialmente, pero salió antes de lo previsto de Cuba con destino a París, donde su amigo Pablo Neruda, el nuevo embajador, le reclamó por su actuación.
De aquella actuación surgió Persona non grata en la que relató de forma literaria, pero sin ficción, sus experiencias como el primer diplomático de Chile que fue enviado, en 1971, a restablecer las relaciones con Cuba después de la Revolución. Dicha obra cimbró a la intelectualidad política y cultural de Latinoamérica debido a que un socialista se atrevía a criticar al régimen de Fidel Castro.
La muerte de este crítico escritor deja un enorme vacío en la literatura, pero hasta donde se sabe próximamente podría salir a la luz su tercer y último tomo de sus memorias, seguramente impúdicas, pues él mismo había dado a conocer que llevaba un avance importante y no le faltaba mucho para escribir el capítulo final.