Banana Yoshimoto es, desde hace varios años, la escritora japonesa contemporánea más conocida a nivel mundial.
Sus libros, relatos maravillosos que llevan a otras realidades, han sido un verdaderos éxito de ventas tanto en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica.
Hija de uno de los grandes críticos literarios del Japón, con su cuento Moonlight Shadow, demostró que el éxito que obtuvo con Kitchen, su primera novela, no había sido casualidad pues su talento era más que sólido y por eso obtuvo más de 6 millones de lectores y dos de los premios más respetados de su país (el Raien y el Izumi Kyoka).
La autora, quien actualmente tiene 57 años, presenta una visión del Japón moderno, un Japón que confronta el legado de su pasado con los avances tecnológicos de hoy.
De este modo muestra una juventud que a pesar de estar inmersa en una sociedad enajenante, aún guarda algo de los conceptos y la forma de mirar el mundo de sus ancestros. La naturaleza, los espíritus, el respeto y la sensibilidad para mirar más allá de la superficie perduran.
Otras de los rasgos característicos de las obras de Mahoko Yoshimoto, el verdadero nombre de Bananana, es su obsesión con la muerte, sus personajes, pues ellos suelen estar tocados por la fatalidad.
Para la escritora, la idea de la muerte es esencial para entender el sentido de la vida.
Sobre la vida y la muerte, la familia y el goce de vivir está fincada a su literatura, cruzada por personajes tristes, usualmente con infancias difíciles, con un padre distante o una madre ausente.
A pesar de las dificultades, sus personajes no se rinden. Parecería que lo consideran una arrogancia y esto se refleja en libros como Lagartija, Amrita, Recuerdos de un callejón sin salida y Tsugumi.
Yoshimoto cree en el destino, y no pocas veces, sus personajes ven cumplidas sus premoniciones. Ella misma piensa que su camino era la literatura. Gracias a la profesión de su padre pudo crecer entre libros, aunque también lo hizo jugando con los niños de su barrio al este de Tokio.
Cuando tenía 9 años de edad escribió su primera historia. Era una trama de terror protagonizada por una niña de primaria, cuyos detalles ha olvidado.
Su padre siempre ha sido su primer lector y aún recurre a su puntual consejo a pesar de que sus problemas de visión casi le impiden leer. De él heredó su capacidad para cuestionar ideas que se dan por sentadas.
Su éxito ha dado pie al fenómeno de la "bananamanía”, lo que resulta genial en un mundo que hoy más que nunca necesita de grandes obras literarias.