Pannonia Film Studio (originalmente escrito como Pannónia Filmstúdió) fue la única compañía de animación en Hungría hasta la década de 1990, y que destacó por producir la mayoría de los cortometrajes, series de televisión y largometrajes animados húngaros, muchos ejemplos clásicos de animación de Europa del Este, tanto animación 2D tradicional como stop motion.
El estudio comenzó su trabajo como una división de la Productora de Cine de Hungría en la década de 1950, independizándose en 1957.
El apogeo del trabajo del estudio se registró en las décadas de 1970 y 1980 cuando se estrenaron las películas por las que es más recordado.
Resulta que su corto animado The Fly (A légy) ganó el Premio de la Academia al Mejor Cortometraje Animado en 1981. En la década de 1990, cuando se importaron a Hungría numerosos espectáculos animados occidentales, la compañía no pudo seguir el ritmo de la competencia. Desde entonces, no pudieron producir ningún gran éxito y lucharon con problemas financieros hasta que cerraron en algún momento de 2015.
También se destacaron por producir la mayoría de los doblajes húngaros, muchos de los cuales son los favoritos de los fanáticos.
En 2020, la Institución Nacional de Cine de Hungría, propietaria de los derechos de las obras de Pannonia, puso a disposición muchas de ellas para verlas de forma gratuita en su canal de YouTube.
Durante los últimos años, la Institución Nacional de Cine de Hungría ha estado celebrando los 120 años del cine húngaro con restauraciones de películas, incluyendo una generosa selección de animación y películas que abarcan toda la gama, desde experimental hasta comercial, y reflejan la rica variedad de animación que se ha producido en Hungría desde 1915, con un enfoque especial en los años dorados de la animación en la productora.
La animación húngara de este período construyó constantemente una reputación internacional por su excelencia, imaginación y una intrigante mezcla de narración tradicional y moderna, con Pannónia convirtiéndose en un estudio central e influyente.
Los animadores húngaros también ejercieron una gran influencia como inmigrantes, un testimonio de la naturaleza inconteniblemente internacional de la animación.
Grandes animadores húngaros
El primer animador húngaro conocido es István Kató-Kiszly, un artista gráfico cuya primera película, Ödön Zsirb (1915), se hizo con recortes de papel que presentaban un personaje cómico común: un cubo grasiento.
Como la mayoría de los animadores húngaros de este período, se formó como artista (otros eran pintores o diseñadores gráficos) y su trabajo refleja su talento visual. Como muchos de los primeros animadores, Kató-Kiszly hizo anuncios, noticieros y películas educativas, además de cortos narrativos y cómicos. Animó una gran variedad de historias, desde cuentos populares y sátira política hasta literatura, incluyendo una adaptación de 1916 del poema épico húngaro János vitéz (1844), de Sándor Petöfi.
La nueva ola de animaciones cortas que surgieron en los años 60 captó de manera efectiva las múltiples preocupaciones de la existencia humana.
En gran medida influenciado por caricaturas orientadas al giro, estos absurdos y las representaciones satíricas de situaciones cotidianas destacarron con cortos como Concertissimo, de József Gémes, Moto perpetuo, de Béla Vajda, o Scenes with Beans de Ottó Foky.
Peter Foldes (Péter Mihály Földes) fue otro emigrado húngaro que trabajó con Halas en 1946. Por su cuenta realizó el proyecto experimental A Short Vision (1956), financiado por el BFI. La película alcanzó cierta notoriedad cuando fue ampliamente vista en The Ed Sullivan Show, pero resultó ser sumamente popular entre el público.
La película pasa de la animación limitada a la acción con la explosión de una bomba nuclear, deformando rostros en carne y hueso y caos molecular.
Algunos directores eligen representar temas más universales de la existencia humana y su propósito sin tener una referencia directa (o más bien indirecta) a la situación sociopolítica actual.