¿Qué más puede decirse de Orson Welles que no haya sido mencionado mil veces antes?
Su nombre, uno aún invocado en las conversaciones que van desde la composición del cine hasta el cuestionamiento de cómo se imaginaban el futuro en el pasado, queda fundido en las profesiones como el periodismo, la política, y por supuesto, el cine.
Orson Welles, nacido el 6 de mayo de 1915 en Kenosha, Wisconsin, Estados Unidos, fue un pionero e innovador inquieto del gremio cinematográfico, el niño prodigio que hizo Citizen Kane a la edad de 25 años, el hombre que se peleó con los estudios y colaboradores por la defensa y el control de su arte, y un mito a sus 30 años, de acuerdo a uno de sus biógrafos, Simon Callow.
Callow, quien escribió Orson Welles, Volume 1: The Road to Xanadu, Orson Welles, Volume 2: Hello Americans, y Orson Welles, Volume 3: One-Man Band, describió a su amigo como divertido, aterrador, creativo, destructivo, amable, y cruel, todo en la mayor escala. Continúa redactando:
Una obstinada falta de autoconocimiento lo condenó a repetir sus errores, llevándolo a éxitos y fracasos igual de titánicos; y aún así, creó algunas de las películas más memorables y el teatro más impactante del siglo XX.
Su diminuto trabajo en televisión apuntaba a posibilidades para el medio que nadie nunca se molestó en tomar.
No tuvo miedo con sus experimentos, y nunca hizo nada por el dinero, solo por el puro placer de hacer películas. Eso es lo que inspira de él más que otros cineastas, pero no deja ningún legado, realmente fue único. Si hubiera escrito el doble sobre él, aún lo encontraría fascinante.
El atractivo de Welles como el personaje que trascendió al tiempo, también radica en sus errores.
De acuerdo a Jonathan Rosenbaum, editor de This Is Orson Welles, un compendio indispensable de las entrevistas que Welles hizo con Peter Bogdanovich en preparación para la autobiografía que nunca escribió, el cineasta a menudo se comportaba de maneras extravagantes y desconcertantes, especialmente después de sus largos y conflictivos tratos en Hollywood, pero también con una generosidad magnífica e inspiradora.
No perdió la cualidad de ser divertido, pero a su vez, aterrador. Creativo y destructivo. Amable, pero cruel y difícil en el trabajo, algo que le detuvo la producción de muchas películas que jamás vieron la luz.
Títulos como It’s All True (1941-1942), An Evening With Orson Welles (1950), Don Quixote (1957-1972), The Deep (1967-1970), Vienna (1968), The Dreamers (1982) y King Lear, de 1985, se quedaron en el tintero del cineasta debido a la dificultad que era lidiar con sus facetas tan cambiantes, unas que mejoraban o empeoraran con las entregas.
El legado cinematográfico de Orson Welles
En la vida hay muchos caminos sin tomar, y los de Orson Welles son de los que más nos ponen a imaginar a los aficionados del cine. Aunque no sabremos qué pasó con tanto trabajo perdido de Welles, la escuela del que sí logró llevar a las pantallas continúa palpable.
De acuerdo al director de cine, Sareesh Sudhakara, estas son algunas de las técnicas de composición más destacadas e innovadoras que se encuentran en su trayectoria:
- En muchas de las películas de Welles, las escenas se iluminan con alto contraste a los personajes, mostrándolos algunas veces completamente en silueta. No le tenía miedo a la oscuridad. Usaba la luz para decirle a su audiencia dónde mirar, pero usaba la oscuridad para decirles qué pensar acerca de lo que acababan de ver.
- La profundidad es otra característica frecuente en el uso de sus cámaras. Con la luz y la oscuridad distinguió y separaó el primer plano, el medio y el fondo. En algunos casos, alternaba entre luz y sombra para crear más de tres capas de profundidad.
- Fue pionero del plano holandés (también llamado plano aberrante o dutch angle), un encuadre que propone olvidar la teoría de la regla del horizonte, que recomienda mantener un horizonte recto, para inclinar la cámara de 25 a 45 grados respecto a la línea del horizonte.
- Welles sabía cómo bloquear una escena. El bloqueo en el cine es el uso del movimiento y la proporción de personas y objetos dentro del espacio del encuadre.
- Orson impulsó el uso de lentes gran angular, unos lentes que no solo le permitieron aprovechar su talento para bloquear, sino que también le dieron la flexibilidad de mover su cámara con mayor libertad.
- Una de sus influencias más claras fueron las tomas largas con movimiento de cámara: todos los cinéfilos saben dónde estaban la primera vez que vieron la asombrosa toma larga de Touch of Evil. Con esta cualidad, convirtió a la cámara en un participante de la película, lo que permite al público ver cómo se desarrolla la acción.
- Welles asumió muchos riesgos como cineasta. Y si se aprende algo de la carrera cinematográfica de Welles, es que la creatividad no vale nada sin un poco de audacia.
Poster para Macbeth, de 1948, por Gus Anton. Fuente: Tony Stella.
Al final, y ante tanta enseñanza, lo definitivo es que su cinematografía no consiguió empatar sus ráfagas de emoción y creatividad, y la gran variedad de sus trabajos nunca recibieron la atención ni la difusión que merecían, aunque vale el tiempo toda su búsqueda.
De principio a fin, la vida de Orson Welles fue una furiosa y ambiciosa actividad a la que siempre se le podrán encontrar matices de gloria e intentos fallidos. Un maestro en todo el sentido para el que siempre esté dispuesto a sentarse a ver.
Welles dirigiendo Citizen Kane en Hollywood, julio de 1940. Fuente: Film Museum, The Guardian.
La voz que invadió el mundo
La mañana de Halloween de 1938, Orson Welles se despertó y descubrió que era el hombre del que más se hablaba en Estados Unidos.
La noche anterior, Welles y su Mercury Theatre, una compañía de teatro que fundó en Nueva York en 1937 junto al productor John Houseman, decidieron realizar una adaptación radiofónica de La Guerra de los Mundos de H.G. Wells como boletines de noticias, aunque falsas, que describían una invasión marciana en Nueva Jersey.
Realmente nadie involucrada en la producción esperaba engañar a los oyentes, porque les parecía que la historia era demasiado tonta para ser tomada en serio, pero algunos oyentes que estaban sintonizando la señal Mercury confundieron los boletines con un evento real, aún más los que prendieron su radio ya avanzada la narración del joven Orson.
No pasó mucho tiempo para que comenzaran a entrar ansiosas llamadas telefónicas a la policía, a las oficinas de los periódicos y a las estaciones de radio, lo que inclusive confundió a muchos periodistas que comenzaron a abordar la nota, causando todavía más histeria en todo el país.
A la mañana siguiente, el rostro y el nombre de Welles, de 23 años, estaban en las portadas de los periódicos de costa a costa, junto con titulares sobre el pánico masivo que supuestamente había inspirado su idea, una que escucharon alrededor de 12 millones de personas.
Sin duda, esta conmoción lo supo utilizar a su favor porque dos años después presentaría Citizen Kane.
La historia original de La Guerra de los Mundos relata una invasión marciana a Gran Bretaña a principios del siglo XX. Los invasores derrotan fácilmente al ejército británico gracias a su teconología avanzado, un "rayo de calor" y un "humo negro" venenoso, solo para ser abatidos por enfermedades terrestres contra las cuales no tienen inmunidad.
La novela es una poderosa sátira del imperialismo británico, el ejercito colonizador más avasallador del mundo que se encuentra de repente colonizado.