La arquitectura sostenible supone la construcción de un proyecto sin atentar o perjudicar el medio ambiente.
Tan simple como compleja, esta consideración implica un gran compromiso que no solamente se ve con un nuevo estilo de vida, sino con el uso de materiales naturales, sistemas que ayuden a la eficiencia energética para disminuir las emisiones de CO2, mecanismos para la reutilización de los recursos generados y, sobre todo, procedimientos constructivos que no dañen el entorno circundante.
Enlistar tan solo algunos de estos requisitos pone de manifiesto el pequeño gran espectro que conlleva la conciencia ecológica de una edificación.
Debido a esto exploraremos dos escuelas que destacan del resto debido a que encaminaron sus esfuerzos hacia una arquitectura en la que la función se antepone a la forma con el fin de cuidar y mantener vivo el planeta Tierra.
Rajkumari Ratnavati Girl’s School
En el corazón del desierto de Thar, los estudiantes de la India desafían elevadas temperaturas de hasta 45 grados para asistir a clases.
Pero la escuela de niñas Rajkumari Ratnavati, ubicada en Jaisalmer, no necesita aire acondicionado debido a que su exclusivo diseño sostenible la mantiene fresca.
El edificio está alimentado por paneles solares en la azotea, que también funcionan como un dosel que da sombra. Se enfría mediante un sistema de energía geotérmica y el cal en las paredes internas lo mantiene aislado del desierto.
Gracias a la ovalada forma con la que cuenta esta escuela es que las alumnas pueden estudiar en paz a pesar de las temperaturas sofocantes y las tormentas de arena que se registran en esta zona. Fue diseñado por la arquitecta con sede en Nueva York, Diana Kellogg.
Terra dei Bambini
En el pueblo de Um al Nasser, a pocos kilómetros de Erez, en Gaza, Palestina, fue construida una escuela y centro para niños.
El complejo, que alberga a 150 niños de la comunidad beduina local, fue co-diseñado por MC A y ArCò – Arquitectura & Cooperación, gracias a la financiación del gobierno italiano y la ONG Vento di Terra.
El proyecto pretende potenciar la identidad local reinterpretando, a gran escala, el modelo de la tienda beduina
La carpa es reemplazada por una amplia cobertura que, replegándose sobre sí misma, recuerda las diferentes inclinaciones de las sábanas.
Las líneas horizontales de los típicos textiles beduinos se reinterpretan a través de parasoles de madera que permiten controlar la radiación solar, algo sencillamente fascinante.