La visión del artista De Wain Valentine sigue resonando en la escena artística mundial debido a que fue pionero en el movimiento Light & Space de las décadas de 1960 y 1970, dejando una huella indeleble con sus innovadoras instalaciones.
En un giro audaz, Valentine desafió las convenciones artísticas al utilizar materiales industriales inusuales en lugar de los tradicionales, dando forma a instalaciones abstractas a partir de resina, poliéster reforzado con fibra de vidrio y otros materiales sintéticos.
Sus obras, muchas de las cuales adoptaban formas geométricas simples como discos, anillos y pirámides, se erigieron como hitos visuales que desafiaban las expectativas del espectador.
Una de sus creaciones más emblemáticas fue una pared curva de resina transparente de más de siete pies de altura, donde la luz filtrada a través del plástico creaba un efecto óptico táctil, como si la escultura fuera una cascada congelada en el tiempo.
Valentine, en una entrevista en 1966, afirmó proféticamente: "Los Ángeles es la ciudad del mundo moderno hasta ahora, y ese mundo va a ser de plástico".
El escultor también se destacó por su ingenio técnico, como se evidencia en su monumental obra "Gray Column". Una losa independiente de ocho pies de ancho, esta escultura requirió la invención de una nueva resina de poliéster que resistiera grandes volúmenes sin agrietarse, un logro técnico que le llevó casi dos años de arduo trabajo.
A lo largo de su carrera, Valentine no solo deslumbró con instalaciones imponentes, sino que también exploró la expresión más lúdica en obras como "Triple Disk Red Metal Flake — Black Edge" y "Double Top". Estas piezas, que combinaban formas juguetonas con colores vibrantes, revelaban una dimensión sutilmente erótica en su estética.
Nacido en Fort Collins, Colorado, en 1936, Valentine dejó una marca indeleble en el panorama artístico de Los Ángeles después de trasladarse a California en 1965. Su influencia se extendió más allá de las fronteras de la costa oeste, con exposiciones en Nueva York y el reconocimiento de importantes museos como el Museo de Arte Moderno y el Museo de Arte Contemporáneo.
Aunque en la década de 1970, preocupado por los efectos tóxicos de trabajar con resina, Valentine abandonó este material químico volátil, su creatividad persistió. Experimentó con instalaciones de vidrio y continuó desafiando las nociones convencionales de arte hasta su último aliento.
De Wain Valentine dejó un legado artístico inconfundible, recordándonos que la verdadera innovación nace de la valentía de desafiar las normas establecidas. Su obra perdurará como testimonio de un visionario que cambió para siempre la forma en que percibimos y experimentamos el arte contemporáneo.