Andy Rourke, el bajista de The Smiths, una de las bandas más influyentes de la década de 1980, murió la madrugada de este viernes en Nueva York, a los 59 años.
El músico falleció en el Memorial Sloan-Kettering Cancer Center por cáncer de páncreas.
Rourke tocó en las canciones más conocidas de la banda británica, incluidas There Is a Light That Never Goes Out y This Charming Man, lo que ayudó a convertir The Smiths en una agrupación de culto en los Estados Unidos y en las listas de éxitos de todas partes del mundo.
Morrissey, el vocalista principal de la banda, dijo una vez que Rourke era lo suficientemente bueno como para haber estado en la banda de Elvis, lo que describe su forma de tocar.
The Smiths se formó en 1982 en Manchester, Inglaterra. El grupo tuvo un par de bajistas antes de que Johnny Marr le pidiera al entonces adolescente Rourke, un amigo de la infancia, que se uniera.
En una entrevista de 2012 con The Guardian, Rourke recordó que su primer show con la banda fue en un pequeño club gay. De acuerdo con el bajista, los integrantes de The Smiths siempre “ensayaron hasta la muerte”, por lo que no le sorprendió cuando su popularidad se disparó.
En dos años, los Smith tuvieron su primer top 10 en Gran Bretaña con Heaven Knows I'm Miserable Now, pero el éxito trajo problemas, incluyendo la adicción de Andy Rourke a la heroína.
“Empiezas a recibir un montón de dinero y no sabes qué hacer”, recordó en una entrevista de 2011 con The New York Times. “Empiezas a gastarlo en drogas”.
The Smiths se separó definitivamente en 1987 después de haber lanzado cuatro álbumes. Dos años más tarde, Andy Rourke y Mike Joyce, el baterista de la banda, iniciaron una batalla legal contra sus ex compañeros de la agrupación, alegando que habían sido socios iguales y que se les debería haber pagado una parte mayor de las regalías (solo se les había dado el 10%).
Rourke, que luego tocó en varias otras bandas pero sin haber alcanzado la misma fama, abandonó su caso después de que le ofrecieran alrededor de 100.000 dólares. Pero Mike Joyce decidió ir a la corte, donde un juez falló a su favor y dijo que Morrissey debería pagarle una compensación de alrededor de un millón de libras.