No es la primera vez que veremos unir dos pistas de circos (no tan) diferentes: el arte y la gastronomía. Ferrán Adrià, creador del mejor restaurante del mundo en la década de los 90, elBulli, ha dado el brinco. El lugar, que cerró hace 12 años, reabrirá sus puertas. Pero no servirá comidas. Servirá alimento para los hedonistas del arte. Será un museo.
Igual que Leonardo da Vinci puso un pie en el mundo de la gastronomía con el libro Notas de cocina, o como Auguste Escoffier, el chef, restaurador y escritor francés, hoy Ferrán Adrià anuncia que, tras una inversión de 11 millones de euros, transformó el lugar de las estrellas Michelin en un receptáculo para el arte.
Se inaugurará exactamente dentro de dos meses (el 15 de junio), bajo el nombre elBulli1846. De acuerdo con la periodista española de gastronomía Paz Álvarez, el nombre tiene un significado simbólico profundo: en 1846 nació Escoffier, quien dio a conocer los métodos de la cocina francesa e impulsó la cocina moderna; también es el número de recetas que se hicieron en elBulli, el restaurante más influyente de las últimas décadas, y ahora ese número forma parte del nombre que acompaña al primer restaurante convertido en museo.
“Hicimos coincidir el número de recetas que hicimos, ni una más, con el nacimiento del maestro de la cocina francesa. Estaba todo pensado”, contó a El País Adrià.
Como Miguel Ángel o Monet, Ferrán Adrià también destruyó su obra cúspide en un momento climático, lo que ya desde entonces –acaso, desde siempre– lo convertía en un artista para la posteridad misma. Convencido de que una vez alcanzada la cima no hay más camino que hacia abajo, hasta el mismísimo fondo, Adrià cerró elBulli en 2011: “Si hubiera seguido abierto el Bulli, podría haber tocado fondo”.
El jueves pasado, 13 de abril, abrió de nuevo las puertas del otrora restaurante para presentar a los medios de comunicación el museo.
La propuesta se modificó en tres ocasiones, con un cambio de legislación de por medio, y una donación: elBulli se debe a la Generalitat de Catalunya.
“Somos una fundación (elBullifoundation) y nunca hemos querido provocar ni crear polémica. Nos adaptamos a la situación”, aclara Adrià.
Para facilitar la movilidad a los visitantes, y reducir el tráfico en la carretera, disponen de un minibús desde la comunidad de Rosas, que se llamará elBulli Bus y cubrirá la ruta desde esa población, y cuyo precio está incluido en la entrada, de 27.50 euros.
Cuatro de los 11 millones de euros para su transformación salieron a través de la fundación, con las últimas cenas que se organizaron ahí, y otros 1.8 millones salieron de la subasta de la bodega del restaurante en Nueva York y en Hong Kong.
El recorrido invita a reflexionar sobre la gastronomía y la innovación. A lo largo de 69 instalaciones artísticas, conceptuales y audiovisuales, el museo intenta mostrar cómo se cambió el paradigma de la gastronomía mundial. Además, explica, con varios de los proyectos, entre los que se encuentran 23 libros de los 53 previstos de editar en la Bullipedia, el por qué elBulli sigue estando vivo y cómo, más allá del pasado, mira hacia el futuro para seguir haciendo historia.
La visita se seguirá con la ayuda de audioguías en cuatro idiomas —español, catalán, inglés y francés—, y el tiempo invertido puede superar las más de dos horas y media. Todo está pensado para pararse a reflexionar ante la cantidad de preguntas que se lanzan en cada parada.