Andrzej Wróblewski fue uno de los artistas polacos más destacados e independientes de la posguerra.
Su biografía es apta para un guión cinematográfico, pues, aunque vivió solo 29 años, logró cometer alguna tontería política y pintar varias obras maestras. Fue un artista que no entra en los planos del arte o la política, ya que no encajó en ningún estilo ni paradigma en su momento en ninguna de las facetas de su vida, por lo que inventó los suyos.
A lo largo de su paso por el mundo, creó una fórmula de pintura figurativa propia, individual, muy sugerente y prolífica que siguió inspirando y convirtiéndose en un referente para varias generaciones de artistas que le sucedieron.
Trágicamente enredado en los problemas de la época, creía en la eficacia del arte. Su objetivo no era la belleza, sino la verdad.
Fue un pintor ardiente y controvertido a quien algunos veían como un cínico, otros como un profeta.
En su esencia, era un romántico, un artista con un sentido de misión. Creía que el arte puede cambiar el mundo para mejor, ayudar al hombre a soportar las adversidades de la vida.
Para varias generaciones de pintores polacos, se convirtió en una figura de culto, un ejemplo de artista que puede combinar el arte más alto con el compromiso con los asuntos de su tiempo.
Durante su corta trayectoria no paró de trabajar en la creación de su propio estilo, ni de buscar su forma única de expresión.
Por ello, al final de todo, su pintura es un reflejo único del periodo posterior a la Primera Guerra Mundial, lo que lo hizo un actor muy activo no solo en el campo del arte.
Wróblewsni nace en 1927 en lo que aquel momento era Vilnia como el hijo de un abogado y una pintora; gracias al apoyo de ellos, estudió arte e historia del arte en Cracovia de la mano de profesores como Zbigniew Pronaszko.
Conforme fue pasando el tiempo, el pintor polaco persiguió una meta toda su carrera, que fue encontrar en su pintura su forma de expresión, crear un estilo único.
Influenciado por vanguardias como el surrealismo o el expresionismo, y por movimientos como la abstracción o el arte geométrico, Andrzej mantuvo que el autor puede utilizar las obras para comunicarse y que pueden ser un medio de compromiso social.
En sus obras este tipo de figuras están muy presentes, así como la simplificación de la realidad tendiendo a la geometría.
Asímismo, en sus obras, la estética e ideología tienen que ir de la mano, como muchos de los movimientos de vanguardia vigentes durante la primera mitad del siglo XX.
Para lograr sus metas Wróblewski trabajó experimentando. A través de observar la realidad, interpretó y pintó su propio lenguaje formal.
Todas sus obras tienen un carácter emocional o expresionista, en parte conseguido a través de la forma. El estilo que consigue da a sus pinturas una atmósfera muy cruda, inquietante.
Sus colores parecen decir que vamos a ver algo menos duro de lo que finalmente las pinturas hablan.
Andrzej Wróblewski muere con 29 años en las montañas Tatra, en 1957.
Su uso del color y la forma también fueron influencia para muralistas mexicanos, nueva figuración o colectivos como Gruppa por citar solo unos ejemplos. La intensidad de su pintura refleja la importancia que tenía para el autor que la pintura fuese algo más que puramente visual.