Para poder hablar del arte contemporáneo polaco y Magdalena Abakanowicz, una de sus máximas representantes, debemos de hacer hincapié que los cambios políticos que se registraron a lo largo del Siglo XX definitivamente influyeron en este y por eso vale la pena hacer un breve recuento.
La recuperación de la independencia de dicho país en 1918 y el nacimiento de la Segunda República se registraron en el momento en que innovadoras tendencias -particularmente las vanguardias- aparecieron en el escena artística polaca.
Vale la pena recordar que la primera parte de la década de 1950 fue el periodo del realismo socialista impuesto al arte por las autoridades comunistas, pero a este le siguió un deshielo político después de la muerte de Stalin en el que se registró un punto de inflexión en el arte de Polonia: la introducción de las llamadas estrategias modernas, las cuales prevalecieron durante gran parte del próximo cuarto de siglo.
A principios de la década de 1980, el surgimiento de Solidaridad, el único sindicato independiente en el bloque comunista, y los años de ley marcial impuesta por las autoridades comunistas, coincidieron con la ola de posmodernismo que se extendió por todo occidente, lo que incluyó a Polonia.
Vistazo a la exhibición Every Tangle of Thread and Rope, de Magdalena Abakanowicz, en la Tate. Fuente: Ocula
Luego llegó el punto de inflexión político de 1989, que trajo consigo la destitución incruenta de los comunistas y el paso a un sistema democrático con el nacimiento de la Tercera República, lo que produjo ciertos cambios de actitud en los artistas aunque no tuvo mucha influencia en la naturaleza de su arte.
Cabe subrayar que durante dicha década, la de 1980, los artistas polacos empezaron a dejar de interesarse activamente por el desarrollo de los asuntos políticos de su país, lo que para 1990 esto ya era más que notorio.
En dicho momento en Polonia quienes dominaron la escena artística fueron los creativos más experimentados, principalmente aquellos cuyos inicios se produjeron en 1980 y obra estaba muy arraigada en las tradiciones de las vanguardias y las neovanguardias.
El gran legado de Magdalena Abakanowicz
Pero mucho antes de esto, la obra de la artista Magdalena Abakanowicz se convirtió en una verdadera marca de calidad de exportación del arte contemporáneo polaco.
Esta nació en 1930 en el seno de una familia rica de la nobleza polaca, pero poco tiempo después su panorama cambió por completo.
Resulta que la fortuna de su familia se vio fuertemente afectada por la Segunda Guerra Mundial, por lo que los Abakanowicz se vieron, como muchas otros, obligados a huir de su casa de campo una vez que la Unión Soviética impuso el régimen comunista en Polonia.
Debido a lo anterior, los Abakanowicz llevaron consigo solo las monedas que pudieron coser en sus ropas.
La familia se instaló en un diminuto departamento de Varsovia, ciudad donde Magdalena ingresaría a la Academia de Bellas Artes a los 20 años.
Desanimada por sus profesores de dedicarse a la pintura, Magdalena Abakanowicz optó por el tejido, una práctica considerada en aquella época más apropiada para las mujeres.
El estilo de pintura aprobado en aquellos años por el estado, el realismo socialista, habría sido una limitación para ella artísticamente, ya que exigía escenas que glorificaran la vida comunista.
Por el contrario, los trabajos en tela fueron objeto de poco escrutinio, lo que le brindó una considerable libertad creativa.
Así, en la década de 1960, esta artista encontró el éxito gracias a los tapices que elaboraba y que no se parecían a nada visto anteriormente.
Conocidos como Abakans, estos tapices no eran piezas planas y refinadas destinadas a contar una historia o decorar una pared, sino enredos abstractos de fibra toscamente tejidos que colgaban imponentes de los techos.
La fama de Abakanowicz pronto se extendió mucho más allá de Polonia, y comenzó a dejar de tejer sus propias estructuras, utilizando en su lugar arpillera, que retorcía y estiraba.
Las monumentales esculturas blandas de Abakanowicz abrieron nuevos caminos en las décadas de 1960 y 1970. Fuente: Ocula
A partir de la década de 1970, su trabajo también se caracterizó por formar intrigantes y algo inquietantes figuras humanoides las cuales fueron conocidas como Alteraciones.
Así, con el paso del tiempo, proliferarían sus figuras en bronce, piedra, madera y arcilla, mientras le llegaban decenas de invitaciones para exponer en museos y espacios públicos de todo el mundo.
La importancia de Magdalena Abakanowicz, quien falleció en 2017, radica en que fue pionera de lo que ahora llamamos arte instalación.
Aunque fue conocida por crear asombrosos tapices a gran escala, la importancia de estos radicaba en haber formado parte de innovadores ambientes experienciales.
En la actualidad nos hemos acostumbrado a disfrutar de las grandes instalaciones y eso se debe, en gran medida, al extraordinario trabajo de Magdalena Abakanowicz, quien buscaba crear una reacción no solo por lo que eran, sino por donde las colocaba.