En sus representaciones de la forma humana, Jenny Saville trasciende los límites tanto de la figuración clásica como de la abstracción moderna. Es conocida por sus pinturas figurativas más grandes que la vida de mujeres desnudas, representadas en ángulos inusuales y distorsionados.
A través de la pintura al óleo aplicada en capas gruesas, su arte se torna tan visceral como la carne misma, y cada marca pintada mantiene una vida propia flexible y móvil. De este modo, sus retratos se definen por un realismo exagerado, ya que enfatiza los pliegues de la carne, las venas visibles y la piel enrojecida.
A medida que Saville empuja, unta y raspa el pigmento sobre sus lienzos a gran escala, las distinciones entre cuerpos vivos que respiran y sus representaciones pintadas comienzan a colapsar.
Fuente: Siglo Nuevo
Nacida en 1970 en Cambridge, Inglaterra, Saville asistió a la Escuela de Arte de Glasgow de 1988 a 1992 y pasó un período en la Universidad de Cincinnati en 1991.
Sus estudios centraron su interés en las "imperfecciones" de la carne, con todas sus implicaciones sociales y tabúes, y habiendo entrado a ese mundo, quedado cautivada con dichos detalles.
Mientras disfrutaba de una beca en Connecticut en 1994, Saville pudo observar el trabajo de un cirujano plástico de la ciudad de Nueva York.
Esto hizo que se decidiera por estudiar la reconstrucción de la carne humana, un elemento que fue formativo en su percepción del cuerpo, así como su resistencia, y su fragilidad.
Se volcó hacia el estudio de las formas aparentemente infinitas en que la carne se transforma y desfigura. Exploró patologías médicas; cadáveres vistos en la morgue; examinó animales y carne; estudió escultura clásica y renacentista; y observó parejas entrelazadas, madres con sus hijos, personas cuyos cuerpos desafían las dicotomías de género y más para moldear la visión que iría a definir su trabajo.
Como parte de Young British Artists (YBA), el grupo heterogéneo de pintores y escultores que adquirió prominencia a fines de la década de 1980 y principios de la de 1990, Saville revitalizó la pintura figurativa contemporánea desafiando los límites del género y planteando preguntas sobre la percepción que tiene la sociedad de la cuerpo y su potencial.
Sus obras comentan la obsesión contemporánea con la figura, desde cuerpos demacrados hasta obesos, y como tal, se ha descrito que su trabajo encarna una "estética feminista del asco".
Aunque mira hacia el futuro, su trabajo revela una profunda conciencia, tanto intelectual como sensorial, de cómo se ha representado el cuerpo a lo largo del tiempo y en todas las culturas, desde la escultura antigua e hindú, hasta el dibujo y la pintura del Renacimiento, hasta el trabajo de artistas modernos como Henri Matisse, Willem de Kooning y Pablo Picasso.
Las pinturas de Saville se niegan a encajar sin problemas en un arco histórico; en cambio, cada cuerpo se adelanta, autónomo, voluminoso y siempre negándose a esconderse. El manejo preciso de la pintura de Saville y las perspectivas acortadas a propósito subrayan la solidez y el poder de la forma femenina, así como su vulnerabilidad inherente.
Al día de hoy, Jenny, nacida en 1970, se encuentra entre los principales artistas contemporáneos cuyo trabajo ha provocado un reciente resurgimiento del interés por la pintura figurativa.