Llegar a ser reconocido como un gran falsificador resulta toda una proeza ya que se necesita de talento y grandes conexiones para alcanzar ese mercado que haría cualquier cosa por una obra de arte.
En esta ocasión hablaremos de dos hombres que, de una u otra forma, cobraron relevancia pues su trabajo estuvo ligado con los nazis.
Se trata del holandés Han Van Meegeren y del alemán Konrad Kujau, dos hombres que encaminaron su talento bastante mal.
Han Van Meegere
Henricus Antonius van Meegeren, mejor conocido como Han van Meegeren, es considerado como uno de los artistas más talentosos para las falsificaciones de arte de la Edad de Oro neerlandesa.
Desde niño este sufrió el desprecio e incomprensión de sus padres hacia su pasión por el mundo de las artes. Su padre le prohibió desarrollar una carrera artística y se familia le obligó a estudiar arquitectura.
Pero como lo anterior no era lo suyo decidió dejar la carrera y dedicarse en cuerpo y alma a su verdadera pasión: pintar para después llevar a cabo su primera exposición.
El problema fue que los críticos humillaron su obra y dedicación argumentando que carecía de originalidad. Ante esto decidió dedicarse a falsificar pinturas de grandes artistas, entre ellos Frans Hals, Pieter de Hooch y Johannes Vermeer.
De esta manera se volvió millonario. Sacó partido a su talento y vendió falsificaciones como La joven de la perla, de Johannes Vermeer, por enormes cantidades de dinero.
Este hombre adquiere relevancia cuando durante la Segunda Guerra Mundial, Adolf Hitler y el Partido Nazi siguen ganando terreno y adquieren una gran parte del arte neerlandés.
Resulta que compraron las falsificaciones de Meegeren y uno de sus “Vermeer”, que llevaba la firma del artista. Finalmente, al concluir la guerra, el cuadro acabó en manos del Mariscal del Reich Hermann Göring y Meegeren fue descubierto.
El 29 de mayo de 1945 el artista fue arrestado. Ante esto Meegeren decidió confesar que sus cuadros eran una falsificación y así solo se lo podrían acusar de fraude.
Debido a que las autoridades no le creyeron en un principio este tuvo que probar su confesión, así que el abogado del artista negoció con los jueces y llegaron al acuerdo de que su cliente pintaría en directo cualquier obra de Vermeer para garantizar su confesión.
Fue condenado por falsificación y fraude el 12 de noviembre de 1947. Se confiscó toda su fortuna y la condena se redujo a únicamente un año de arresto. El autor de las imitaciones nunca llegó a cumplir la pena ya que antes de ingresar en prisión sufrió un ataque cardiaco y murió el 30 de diciembre de 1947.
Han van Meegeren durante su juicio. Fuente: ABC periódico
Konrad Kujau
A inicios de la década de los 70, Konrad Kujau comenzó a importar recuerdos de la época nazi procedentes de la RDA y descubrió el gran mercado que había para ellos.
Esto lo inspiró a crear su empresa más ambiciosa: los supuestos diarios secretos de Adolfo Hitler.
La elaboración del contenido y recreación de materiales fueron tan buenas que cuando el periodista Gerd Heidemann (su presunto descubridor) los sometió al análisis de Hugh Trevor-Roper, el gran especialista en Hitler, éste validó su autenticidad.
Ante esto, la revista Stern pagó diez millones de marcos por el derecho de reproducirlos ya que a través de los 62 volúmenes buscaba hacer una crónica de los años de poder de Hitler, entre 1933 y 1945.
La revista Stern hizo el anuncio de que había adquirido los diarios secretos de Hitler con bombo y platillo. Fuente: National Geographic
Stern anunció la adquisición en abril de 1983 bajo el título Scoop of the Century y llegó a vender los derechos de publicación al Times después de que el historiador Lord Dacre de Glanton (el profesor Hugh Trevor-Roper) los autorizara como un archivo de “gran importancia histórica”.
El problema se dió cuando los Archivos Federales de Alemania Occidental anunciaron que las pruebas habían demostrado que el papel y la tinta utilizados eran de fabricación de posguerra y que los diarios eran falsos.
En 1985, tanto Heidemann como Kujau fueron declarados culpables de fraude y recibieron cuatro años y medio de cárcel.
Después de que se descubrió el engaño, Heidemann afirmó que había sido víctima de una estafa, aunque más tarde se supo que se había quedado con gran parte de las ganancias.