El cine estadounidense tiene más de 125 años y los afroamericanos han sido parte de él desde el mero principio.
Y aunque dicha participación a menudo ha sido tensa, obstaculizada y restringida, el deseo de utilizar películas para crear una imagen propia solamente ha ido fortaleciéndose con el paso de los años, dando pie a la introducción de algunas de a los cineastas afroamericanes más fascinantes de la actualidad.
Los capítulos fascinantes de la historia de este cine se remontan hasta las llamadas "películas raciales" que florecieron en Estados Unidos entre las décadas de 1920 y 1940. A diferencia de las películas de “reparto negro” producidas dentro del sistema de estudios de Hollywood, estas películas no solo fueron protagonizadas por afroamericanos, sino que fueron financiadas, escritas, producidas, editadas, distribuidas y, a menudo, exhibidas por personas de color.
Desde entonces es cuando se comenzaron a notar las capacidades y el alcance de cineastas emprendedores, quienes a pesar de las normas racistas de la sociedad contemporánea, construyeron una industria aparte de lo que ya estaba establecido, cultivando estilos visuales y narrativos que eran exclusivamente suyos.
Entre los artistas pioneros cuyos trabajos se presentan aquí, se encuentran Oscar Micheaux, el primer gran cineasta afroamericano que compone su trabajo con Body and Soul, protagonizada por Paul Robeson en su debut cinematográfico, y Within Our Gates, la segunda de más de 40 películas dirigidas por Micheaux, quien con un presupuesto limitado, tuvo que ingeniarse la producción con trajes y accesorios prestados y sin oportunidad de regrabar escenas.
Otro nombre que no puede ignorarse en cuanto a las primeras manifestaciones del cine afroamericano es Spencer Williams, cuya obra maestra The Blood of Jesus se encuentra entre las películas raciales más célebres de la época con su exploración de cuestiones culturales vitales, desde la importancia del cristianismo y los valores familiares hasta la lucha de una vida rural virtuosa con una vida urbana pecaminosa, haciéndose un retrato conmovedor del espiritualismo negro y las creencias populares.
Zora Neale Hurston es otro nombre que resalta en cuanto al florecimiento del pequeño pero potente grupo de creativos afroamericanos buscando darse a conocer. La reconocida escritora que también fue una cineasta etnográfica pionera arrancó su carrera en el cine mientras aún era estudiante del antropólogo Franz Boas en la Universidad de Columbia y se embarcó en un viaje a través de Alabama y Florida usando una cámara de 16 mm para capturar la vida entre las comunidades rurales afroamericanas que encontró allí. Más tarde, Hurston se convertiría en una autora de renombre, mejor recordada por su novela de 1937, Their Eyes Were Watching God.
James Gist, que era un evangelista cristiano que viajó por el país predicando, y Eloyce Gist, maestro y empresario, también se revelan como unos cineastas evangelistas del gremio con sus fascinantes historias de moralidad que únicamente se exhibieron en iglesias negras, ya que, a pesar no ser cineastas profesionales, se hicieron directores de talento e imaginación con la textura, el boato y los elementos alegóricos y ritualistas que inspiraron a los nombres del futuro.
La pionera cineasta independiente Kathleen Collins no puede ser excluida de la lista, porque a pesar de que tenía solo 46 años en el momento de su repentina muerte, dejó un riquísimo legado como escritora, académica y cineasta. En conjunto, su filmografía histórica revela un talento de visión e inteligencia únicas cuyas películas ofrecen enfoques sofisticados de la política racial y de género, así como conocimientos filosóficos sobre el amor y la creatividad.
Melvin Van Peebles, imperdible; un hombre que llevó al cine independiente estadounidense a una nueva vida con su explosiva energía a cuadro y expresión sin filtros sobre la conciencia negra. Melvin tuvo que luchar por su arte. Incapaz de irrumpir en el mundo segregado de Hollywood. Se mudó a Francia, aprendió el idioma él solo y escribió varios libros en francés, uno de los cuales, El Permiso, se convertiría en su estéticamente innovadora The Story of a Three Day Pass, donde Turner, interpretado por Harry Baird, un soldado afroamericano estacionado en Francia, obtiene un ascenso y una licencia de tres días de la base por parte de su comandante, casualmente racista, y se dirige a París, donde vive un turbulento romance con una mujer blanca.
Acercándonos más hacia la época actual, hay que colocar a Ava DuVernay, la primera mujer negra en dirigir una película con un presupuesto de más de 100 millones de dólares y la primera directora negra nominada a un Globo de Oro. En 2012 ganó el Premio a la Mejor Dirección en el Festival de Cine de Sundance con su segunda película Middle of Nowhere, siendo la primera mujer afroamericana en obtener ese galardón.
Incluimos también a William Greaves, quien fue un documentalista y pionero de la cinematografía afroamericana al producir más de 200 documentales. Un artista polifacético, su carrera también incluyó periodos como compositor, miembro del Actors Studio, y a fines de la década de 1960, productor y coanfitrión de Black Journal, el primer programa de televisión nacional centrado en la cultura y la política afroamericanas.
Idrissa Ouédraogo. Su figura alta, brillante, sensible y generosa, de un andar aristocráticamente indiferente y cabello notoriamente despeinado, llegó al mundo en 1954 en Burkina Faso, un país que ofrecía pocas oportunidades a sus estudiantes, y mucho menos para aquellos que se decidieran por el cine, para colocarse en la cúspide de directores afroamericanos. Su trabajo nunca perdió agudez porque se propuso hacer su proyecto cinematográfico un intento de reflejar con dignidad a su continente que había sido muy difamado por el resto del mundo, siempre doblegando lo político con lo poético, lanzando una mirada tierna, amorosa, cariñosa, empática y estética, pero siempre crítica.
La mención honorífica de nuestra lista es Richard E. Norman, quien a pesar de ser un hombre blanco, en 1929 creó una de las historias más entrañables de la época,The Flying Ace, un melodrama de aviación único en el que ningún avión abandona el suelo. Dividida en cuatro capítulos, de modo que los exhibidores pudieran mostrar la película como un largometraje o como una serie de cuatro episodios, la película reluce como una gema del cine afroamericano, tanto que en 2021, fue seleccionada para su conservación en el Registro Nacional de Cine de los Estados Unidos por la Biblioteca del Congreso por ser "cultural, histórica o estéticamente significativa".
En conjunto, estas obras vitales y estos directores olvidados durante mucho tiempo representan una rica historia alternativa del cine estadounidense que ha sido renovada por artistas innovadores que desafiaron la opresión sistémica para contar sus propias historias en la pantalla, dando pie a muchos de los nombres actuales en la dirección que tanto admiramos, dígase Spike Lee, Viola Davis, Jordan Peele, Kasi Lemmons, Antoine Fuqua, Tyler Perry, Steve McQueen y más.