Oscar Niemeyer fue un arquitecto moderno cuya carrera se mantiene profundamente ligada al colectivo social cultural y urbano de su país.
Durante su vida manifestó amar cuatro cosas desde muy joven: el dibujo, la naturaleza, las mujeres y el comunismo. Todos estos amores combinados bien pudieran ser el resumen de la obra de Niemeyer, impresionantes obras de ingeniería, que ha definido una arquitectura brasileña que se ha extendido a diversos rincones del mundo.
Oscar nació en Río de Janeiro en 1907 y creció siendo un niño amante de dibujar en el aire y en el papel, con los dedos. Creció en el seno de una familia adinerada y no sintió impulso ni compulsión por trabajar en sus primeros años, por lo que vivió un estilo de vida despreocupado y bohemio hasta que se graduó de Barnabitas College en 1923 como licenciado en arquitectura, y luego como especialista en 1934 por la Escuela Nacional de Bellas Artes de Río de Janeiro.
Fuente: Dwell
Su carrera comenzó en la década de 1930, cuando trabajó fue contratado por el arquitecto Lucio Costa, uno de los primeros modernistas de Brasil, así como con Le Corbusier, quien fue contratado para evaluar el diseño para el Ministerio de Educación y Salud de Brasil en Río, que fue el primer gran edificio público modernista de Brasil. Dicho ministerio se iría a convertir en una señal para el mundo de que Brasil quería convertirse en un lugar de arquitectura de vanguardia, y muy rápidamente, Niemeyer comenzó a establecer un estilo propio, más fluido y curvilíneo que el de Le Corbusier o Costa, y así, en sintonía con la imagen que demandaba la nueva Brasil.
El edificio sigue en pie hoy como el Palecio Gustavo Capanema, así como su estilo funcional que define el modernismo como forma tras función, reflejando la estética de Niemeyer y sus maestros.
Luego, Niemeyer fue contratado en 1940 para diseñar la Iglesia de San Francisco de Asís, primeramente con diseño que fue rechazado por sus duras líneas que se centró en el uso de curvas, no obstante, el arquitecto creía que los edificios debían buscar la armonía con la naturaleza y que las curvas femeninas eran más agradables que las líneas y los bordes duros.
A pesar de las restricciones, los dibujos de Niemeyer continuaron intercalándose con bocetos de desnudos, ya que buscaba extraer del desnudo femenino las curvas que más agradaban a la vista para aplicarlas a sus diseños. Como era de esperar, el diseño de la iglesia fue controvertido y no abrió durante casi 20 años después de su finalización.
En 1947, Oscar Niemeyer se unió nuevamente a Le Corbusier para desarrollar el edificio de las Naciones Unidas en la ciudad de Nueva York. Cada arquitecto creó su propio diseño único, pero el resultado final fue una combinación de los dos esquemas. El edificio se completó en 1953 con una exitosa presentación.
Al poco tiempo, Niemeyer regresó a Brasil, donde su colaboración con Le Corbusier le había ganado un gran orgullo y respeto nacional. Tres años después, el presidente Juscelino Kubitschek lo invitó a diseñar la reimaginación de Brasilia, la capital del país, lo que sería el sello distintivo y quizá eterno de Oscar.
Hay pocas ciudades en el mundo que fascinen tanto a los amantes de la arquitectura como Brasilia, la capital brasileña construida a partir de la nada en un lapso de cinco años a mediados del siglo XX. Cuando fue inaugurada en 1960, se hizo notar como una ciudad diferente a cualquier otra en el mundo.
El plan urbano artístico radical a cargo de Lúcio Costa, los edificios llamativos de Oscar Niemeyer y el diseño paisajístico de vanguardia de Roberto Burle Marx, Brasilia, con su forma alada, realmente evolucionó en una utopía moderna que expresa optimismo y confianza en el futuro.
Para varios expertos urbanistas y colegas, el proyecto final de audaz monumentalidad demuestra cómo Brasil quería ser percibido por el mundo. Hasta el día de hoy, la metrópoli es alabada como uno de los proyectos más puros de esperanza, esplendorosos e ingeniosos en la arquitectura del siglo XX, pero quizás solo en la monumentalidad de Niemeyer, porque en la práctica, Brasilia ha luchado por mantener su identidad original como ciudad del futuro.
La arquitectura de exuberancia de Niemeyer fue aún más sorprendente porque su política estaba muy lejos del mundo sofisticado e indulgente que sugieren sus edificios, ya que fue un comunista de toda la vida, con un compromiso serio con la política de izquierda mucho mayor que el de cualquiera de sus pares entre los principales arquitectos modernistas del mundo, que a menudo tendían a enfrascarse únicamente en el diseño y lejos de los tiempos bélicos que vivieron.
Durante la dictadura militar de su país, pagó un precio muy alto por su furor político, ya que fue forzado a dimitir a la Universidad de Brasilia y perder trabajo, por lo exiliado a Europa en 1966, específicamente París, donde comenzó una nueva etapa laboral. Después del final de la dictadura en la década de 1980, Niemeyer vuelve a Brasil a una época que él mismo define como el inicio de la última fase de su vida.
Los años posteriores fueron de reconocimientos que únicamente formalizaban su canonización en el gremio de la arquitectura brasileña hasta 2012, cuando sufrió problemas de salud debido a su edad avanzada, hasta que el 5 de diciembre de 2012 falleció a los 104 años de edad en Río de Janeiro, su ciudad natal.
Su sed de formas libres, orgánicas y naturales han vuelto su presencia un tejido urbano que todavía se siente hoy en Brasil, no solo en la forma de sus edificios, sino en su compromiso con la noción de que el modernismo podría hacer la vida más rica, más libre, más animada y más significativa.