Barry Harris, el muy respetado pianista de jazz, compositor, director de orquesta y educador que fue ampliamente considerado como un devoto exponente del estilo bebop, ha muerto en un hospital cerca de su casa en Weehawken, Nueva Jersey, poco antes de cumplir 92 años.
Una fuente cercana a la familia reveló a los medios que Harris llevaba las últimas dos semanas hospitalizado por complicaciones derivadas del COVID-19.
Durante una carrera que abarcó más de siete décadas como músico y profesor, Harris actuó y fue mentor de algunos de los grandes nombres del jazz mientras mantenía encendida la llama del bebop.
Nacido en Detroit el 15 de diciembre de 1929, Barry Doyle Harris tuvo un papel destacado en la explosión del jazz moderno de la ciudad en la década de 1950, pero comenzó a los cuatro años cuando su madre, una pianista para su iglesia local, llevó al pequeño Barry a lecciones que acompañaron sus estudios hasta 1946.
Aprendió a tocar bebop principalmente de oído, y hecho ya un habitual del servicio eclesiástico, el joven recurrió a los centros nocturnos para hacerse de una ganancia, ahí coincidió con gente como Thelonious Monk, Bud Powell y Art Tatum, con quienes destacó en un concurso de aficionados que intensificó su actividad musical hasta convertirse en profesional a principios de la década de 1950.
En 1954, era ya el pianista de la casa en el club Bluebird de su ciudad natal, puesto que le dio la oportunidad de tocar con grandes músicos locales como Thad Jones y estrellas de paso, incluyendo sus ídolos Charlie Parker y Miles Davis, a quien acompañó durante tres meses en una gira de ese año.
Harris luego se instaló en Nueva York, donde actuó con artistas como Dexter Gordon, Illinois Jacquet, Yusef Lateef, Coleman Hawkins y Hank Mobley, quienes lo invitaron a ser residente de la ciudad a través de la impartición de talleres, una idea que aceptó y lo vio triunfar lejos de su tierra natal. Allí asesoró a músicos que incluyen a Pepper Adams, Donald Byrd, Curtis Fuller, Paul Chambers, Doug Watkins, Charles McPherson y Joe Henderson.
Durante este tiempo, creó su fantástico álbum Them Dirty Blues, inaugurando una fructífera relación con el sello Riverside, que significó álbumes extraordinarios a lo largo de toda la década, como: At The Jazz Workshop, Preminado y Magnificent!
En las décadas posteriores, especialmente la de 1970 y 1980, un contrato con el sello Xanadu produjo otro racimo de álbumes sobresalientes como líder y acompañante para Al Cohn, Sonny Criss o Jimmy Heath. Para entonces, Harris y su música se empezaron a quedar enterrados en los círculos comerciales del género, sobre todo, un músico de músicos, mientras su bebop se volvió un recuerdo que poco tenía que ver con el jazz de época.
En 1982, tras la muerte de Monk, él y el contrabajista Larry Ridley se asociaron con los promotores Frank Fuentes y Jim Harrison para fundar en Nueva York el Jazz Cultural Theatre, un club de jazz que albergaba actuaciones y jam sessions y donde Harris confesó que siempre había sido un profesor antes que nada, y que su objetivo era “traspasar la tradición” a las nuevas generaciones, algo que continuó haciendo en el tiempo restante de su vida y su carrera, incluso vía videoconferencia, dando su última clase el 20 de noviembre, haciendo de su actividad pedagógica un referente ineludible para las generaciones actuales.
Barry fue venerado", dijo Michael Weiss, uno de los muchos pianistas de los que Harris fue mentor. "Orquestó sus melodías y construyó sus improvisaciones de una manera lírica, pausada y fluida. Su codificación del lenguaje bebop se distingue de la mayoría de los intentos trillados de teoría del jazz en el mundo académico, porque va al corazón de lo que hace una melodía".
No solo hizo de su nombre uno de los sonidos más importantes de la época, sino de su natal Detroit una de las fuentes de talento más prolíficas de la escena nacional del jazz a mediados de siglo. Harris, un sabio precoz, jugó un papel fundamental en la preparación de la bomba: apenas tenía 20 años cuando comenzó a dirigir lo que se convirtió en coloquios diarios en su casa.
Al final, la esencia de la individualidad de Harris fue, además de su don de gentes, su expresión narrativa, el flujo espontáneo de melodía y armonía y la intensidad de su swing, tanto musical como personalmente.
En las baladas románticas que creó, su oído para el color armónico y el elocuente movimiento de un acorde a otro le daban a sus interpretaciones el brillo lírico de una oda de Shelley. En Stay Right With It, un blues grabado en 1962 para su LP Chasin 'the Bird, su articulación e inflexión están en constante cambio mientras atraviesa una docena de coros llenos de trillizos enrollados, síncopas vocalizadas y frases expansivas.
En 1999, fue nombrado maestro de Jazz de la NEA en 1989, y en 1995, recibió un Premio Honorario de Jazz de la Cámara de Representantes y un Premio Presidencial a la excelencia en la interpretación y la educación del jazz.
Barry apareció por última vez en público hace menos de un mes, en un concierto celebrando NEA Jazz Masters en Flushing Town Hall en Queens. Esa noche, Harris interpretó dos piezas de Monk y cantó blues con su amiga, Sheila Jordan, una cantante nacida en Detroit. También cantó una de sus composiciones más radiantes, The Bird of Red and Gold, una balada suave y de elegante poesía que encapsula la expresión sincera de su cosmología:
Within the confines of one's soul
There sits a bird of red and gold.
Its wings at all times set to fly,
For if it does not, it will die.
If set free, it will soar to
Heights unknown to other men,
Lands unseen by other eyes;
And as the beauty of the universe
Unfolds, what joy the pleasure then
Of truth revealed, limitations
Then unsealed
This is the Almighty's gift to you.
Vamos a extrañar al maestro de maestros.