El escultor Dumitru Pop Tincu es, actualmente, el gran artífice del famoso cementerio de Săpânța, en Rumania, debido a que le da vida a sus singulares y coloridas tumbas.
Este lugar se encuentra muy alejado a los tradicionales cementerios, lo que resulta fascinante. En lugar de contar con siniestras lápidas ennegrecidas por el tiempo, tiene bellas cruces azules que relucen al sol.
Llama la atención que todas las cruces de este campo santo han sido talladas, - como corresponde a una tierra de hábiles ebanistas -, pintadas y decoradas con el retrato del difunto en el momento de la muerte o representándole en su trabajo o haciendo lo que más le gustaba en la vida.
Una cruz muestra a un minero y una explosión en la mina, otra al difunto tocando el violín en una fiesta y hay otra más en la que un hombre aparece abrazado a una botella, imagen que dice mucho más que mil palabras.
El talento de Dumitru Pop Tincu es quien da forma a todas estas singulares piezas y cabe señalar que es el único autorizado para fabricar las cruces del cementerio de Săpânța.
Pero este artista solo siguió los pasos de su maestro Stan Iona Patras, que fue quien comenzó en 1935 con la fabricación de estas singulares tumbas, hoy conocidas en todo el mundo. Por lo tanto, podríamos decir que el cementerio feliz solo es obra de estos dos hombres.
Algo fascinante a saber es la filosofía con la que Dumitru lleva a cabo cada una de estas lápidas, pues es la de combatir el dolor con la belleza y la risa, y precisamente por esto pinta las cruces de azul, color que para los locales simboliza la esperanza y la libertad.
Así, con ayuda de este talentoso artista que está cerca de cumplir los 70 años, los habitantes de Maramures vierten en este cementerio el buen humor que los caracteriza, así como su creencia de que la muerte solo es el comienzo y no el final.