El arte de Kosice, uno que surge en el futuro

12 de Abril de 2021 a las 13:44 hrs.
Hábitats Hidroespaciales en la Constelación de Irina, 2009. Fuente: Museo Kosice.
Hábitats Hidroespaciales en la Constelación de Irina, 2009. Fuente: Museo Kosice.

 

Autodidacta, visionario, temerario, e infatigable; un artista y un emprendedor que privilegiaba la creación sobre todas las cosas, y que encontró su verdadera familia en sus obras. Así describe Max Pérez Fallik a su abuelo, Gyula Kosice, nacido en el seno de una familia Húngara en la ciudad de Kosice, en Eslovaquia, el 26 de abril de 1924.

Cuatro años más tarde se mudaría a Buenos Aires, Argentina, la ciudad que lo acogería por el resto de su vida. Tras una adolescencia difícil donde sufrió la muerte de sus padres y el acoplo a un país diferente al que lo vio nacer, para 1940 ya se había incursionado el estudio de vanguardias europeas, corrientes como la Bauhaus y el movimiento Madí, el proceso creativo de Leonardo Da Vinci, y la poesía, elementos que a la postre lo influenciaron para la creación de  la Ciudad Hidroespacial, la Asociación Arte Concreto Invención (AACI), y sus esculturas hidráulicas, de luz, neón y plexiglás; trabajos que hoy forman parte de un pensamiento utópico que se basa en la crítica del presente con el pretexto de diseñar una sociedad futura.

En 1944 fue cofundador de la revista Arturo y daría a luz a Röyi, una obra donde Kosice lograría la primera obra articulada y móvil con participación del espectador del mundo, señalando también los comienzos del arte cinético en América Latina. Desde entonces, continuó explorando las posibilidades expresivas de elementos lumínicos e incorporando nuevas tecnologías.

 

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Röyi, 1944. Fuente: Museum of Fine Arts Houston.
 

Como buen artista perteneciente al movimiento Madí, Kosice se mantuvo siempre muy experimental, rechazando los marcos convencionales y el racionalismo para introducir elementos lúdicos y conmovedores. Para Kosice, no había límites entre pintura y escultura, definiéndose más como precursor del arte interactivo y no figurativo, tanto en Argentina como en el exterior, creando aún más esculturas y pinturas que marcarían su legado como artista del movimiento.

 

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Planos y color liberados, 1950. FuenteColección Museo Kosice.
 

“Si mi obra de arte no habla, entonces no valgo nada; la obra tiene que hablar por sí misma, a través de su presencia y su creación”, declaraba Kosice. “Lo peor que le puede pasar a una artista es alimentar permanentemente su ego; debe poder consolidar una cierta humildad para que ello permita alcanzar una difusión del más alto nivel, lo que significa llegar al pueblo, a los otros. Esto es una definición mía, no hay que tomarla muy al pié de la letra, pero está muy cerca de la verdad.”

 

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Aerolito, 1970. Fuente: Museo Kosice.
 

Así, con estos destellos de innovación y creencia, se mantiene vivo el hombre que lleva en su apellido su lugar de origen, uno que creía firmemente en que el momento de crear no es una chispa que aparece y tiene eclosión en sí misma. Que uno puede esperarla pacientemente y puede nunca llegar, aunque si uno tiene vocación, vence todos los obstáculos. 

 

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Maqueta de la Ciudad Hidroespacial, 1947. Fuente: Colección Centro Cultural Pompidou.

 

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Semiesfera con LEDs y Jet, 2012. Fuente: Museo Kosice.