Amante del whisky, de la vida nocturna y de Zelda Sayre, Francis Scott Key Fitzgerald nació en St. Paul, Minnesota el 24 de septiembre de 1896 para convertirse en el escritor más prominente y mejor pagado de su generación.
A 124 años de su nacimiento, la herencia literaria que dejó el estudiante de la Universidad de Princeton, abraza a los nuevos lectores y empuja a escritores primerizos al universo narrativo.
Quienes encuentran en sus letras un relato fiel de la época próspera de los años 20 en Estados Unidos.
Así como un testimonio fiel de la abrumadora depresión de la posguerra, y una narración franca sobre el deterioro del sueño americano y su inalcanzable promesa del ascenso social.
Debutó en 1920 con la novela A este lado del paraíso, con la que se convirtió en el autor revelación de su tiempo.
A ésta le siguieron Hermosos y malditos (1922) y El gran Gatsby (1925), con la que rebasó su fama y alcanzó mayor éxito.
Nueve años después, en 1934, entregó Suave es la noche, y hacia 1940 dejó en el tintero medio manuscrito de El último magnate, novela publicada de manera póstuma en 1941, un año después del fallecimiento de Fitzgerald el 21 de diciembre en Hollywood, California.
De su vida personal sobresale el desorden crónico con el que creaba y subsistía, su afición por el alcohol y el profundo, pero tortuoso, amor que mantuvo con su esposa Zelda durante 20 años.
El mayor legado de Scott Fitzgerald a la literatura norteamericana es la que dejó a través de su prosa; no obstante, esto lo logró después de abandonar sus intentos por convertirse en poeta.
La decadencia que llegó a la familia Fitzgerald al final de sus días, tras los años de lujo y diversión por países de Europa y ciudades de Estados Unidos, colocó al clásico literario en condición de talentosa leyenda hasta la actualidad.