Para los fanáticos de Leonardo da Vinci, el Valle del Loira, en Francia, es un destino imprescindible. Este genio dio su último suspiro en el castillo de Amboise, lo que dejó una marca indeleble en dicha región.
Los castillos que habitó y los que inspiró, sus obras de arte, sus inventos futuristas y hasta su última morada, constituyen un ameno paseo por la región francesa situada al sur de París, la cual está inscrita en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
Para que puedas ir tras los pasos de Da Vinci, es necesario que primero llegues al Castillo de Amboise, tal y como lo hizo el artista hace varios siglos atrás, invitado por el Rey Francisco I que le tenía gran admiración.
El palacio, erigido sobre los altos de la ciudad de Amboise, domina la vista sobre el Loira. La visita de las habitaciones incluye el propio lecho del Maestro, en donde dictó sus últimas voluntades antes de fallecer el 2 de mayo de 1519.
La tumba del genio renacentista se encuentra en una capilla que está en los jardines del Castillo de Amboise. Fuente: National Geographic
La tumba de Da Vinci se encuentra en una pequeña capilla instalada en los hermosos jardines del castillo, en donde también se le erigió una estatua. El parque, con la ciudad y el Loira a sus pies dan una idea de la paz que encontró en el lugar.
El monarca lo instaló en el Clos-Lucé, una mansión en donde él mismo había pasado su infancia, situado a un centenar de metros del castillo de Amboise y en donde lo visitaba casi todos los días.
El Clos-Lucé, erigido en 1471, pertenece a la familia Saint Bris desde 1854 y hoy por hoy está centrado en transmitir la herencia de Da Vinci.
Gracias a documentos de la época, entre los cuales se encuentran los propios escritos de Da Vinci, sus habitaciones, así como su taller, fueron reconstituidos con tal fidelidad que uno puede imaginar sin problema alguno la vida del genio en ese lugar.
Da Vinci pasó los últimos tres años de su vida en el Valle del Loira, pero fue una estadía de una gran productividad. Uno de los grandes atractivos del Clos-Lucé es justamente dar a conocer en tercera dimensión muchas de sus creaciones futuristas.
En el sótano del castillo se exponen maquetas de su maquinaria y de sus obras de ingeniería como la hélice, el tanque de guerra, la metralleta, la máquina voladora, el automóvil o bien el puente giratorio.
En Clos-Lucé fue reconstruido el dormitorio de Leonardo da Vinci. Fuente: France Revisited
Algo que llama la atención es que en el hermoso parque de la propiedad algunas de esas maquetas se han reproducido en tamaño real y constituyen excelentes espacios de exploración y de juego para chicos y grandes.
En cuanto al restaurante del Clos-Lucé resulta una joya, pues permite probar algunas de los platillos que degustó Da Vinci y sus contemporáneos.
Consta que consumían sopas de verduras, carnes rostizadas y postres. Todo bien azucarado, pues en aquella época el azúcar era un ingrediente reciente que denotaba la riqueza del comensal.
A unos 50 kilómetros de distancia, otro de los castillos que lleva la huella de Da Vinci es Chambord.
Este palacio que inició su construcción el mismo año de la muerte del genio renacentista se inspiró de los planos que Da Vinci había creado para el castillo de Romorantin, un encargo de Francisco I que nunca se concretó.
El plano centrado de la torrecilla, su escalera doble, el sistema de letrinas con doble fosa y ducto de ventilación, o bien el sistema para impermeabilizar las terrazas del edificio fueron imaginados por Da Vinci y erigieron a Chambord en uno de los edificios más impactantes de la época.