Una propuesta, con más sabor a reto imposible, se le impuso hace tiempo a la artista Sarah Sze: crear una exposición de obras nuevas en un espacio en espiral, con un suelo inclinado, luz natural cambiante y 200 obras de otro artista que conduzcan a tu propia exposición. Todo ello, en el Museo Solomon R. Guggenheim.
Sarah Sze emerge como artista en la década de 1990. Nacida en Boston, ella ha construido un lenguaje visual multidisciplinario, que desdibuja los límites entre varios medios, incluidos la pintura, la escultura, el sonido, la impresión, el dibujo, el video y la arquitectura, desafiando el umbral entre lo digital y lo analógico, lo táctil y lo imaginado, lo permanente y lo impermanente.
Para esta exposición individual, llamada Timelapse, Sze creó una serie de instalaciones específicas del sitio que tejen un rastro de descubrimiento a través de múltiples espacios del icónico edificio Frank Lloyd Wright, del Guggenheim.
En el exterior, la exposición se derrama en la esfera pública más allá de las paredes del museo. Un río de imágenes que fluye traza el exterior del edificio, haciéndose eco del movimiento del tráfico y los transeúntes a nivel de la calle, mientras que una proyección en vivo de la luna en la fachada circular curva reflejará su ciclo a lo largo de la exposición.
Things Caused to Happen (Oculus), 2023. Sarah Sze. Foto: The New York Times
En la imaginación de Sze, la arquitectura icónica del Patrimonio Mundial de la UNESCO se convierte en un cronometrador público en un recordatorio de que las líneas de tiempo se construyen a través de la experiencia y la memoria colectivas.
Dentro del museo, Sze dispuso un camino de encuentros inesperados: un péndulo suspendido sobre la fuente en el suelo de la rotonda, una instalación escondida en un pasillo frente al montacargas.
Estos gestos silenciosos marcan el progreso de los visitantes hasta el nivel superior de la rotonda, donde les espera un entorno inmersivo que comprende nuevas obras de escultura, pintura, instalación y sonido.
Esta secuencia expansiva de ocho bahías está conectada por un río de videos que viajan a través, arriba y detrás de las obras a la vista, formando una línea de horizonte de imágenes en movimiento específicas del sitio.
Como complemento de esta instalación diseñada para el edificio Guggenheim, se encuentran dos obras clave de la colección del museo, ambas exhibidas por primera vez en Nueva York: Sin título (Media Lab) (1998), la primera escultura de Sze que incorpora video; y Timekeeper (2016), una monumental instalación multisensorial que marcará el final de la exposición en la galería contigua en el nivel 7 de la Torre.
Time, a medida que despliega el conjunto de obras reunidas para Sarah Sze: Timelapse, no es solo una colección de experiencias vividas y experiencias recordadas sino, en palabras del artista, “una contemplación sobre cómo marcamos el tiempo y cómo el tiempo nos marca”.
Hay muchas maneras de leer esta tendencia en el momento cultural actual: como una meditación poética sobre los objetos, como las fotografías de Gabriele Galimberti sobre cómo los niños juegan y organizan sus juguetes preciados de manera diferente, según el lugar donde viven; o tal vez un intento desesperado de catalogar el mundo, como en la escena de la película de Pink Floyd “The Wall” (1982) cuando el protagonista, Pink, interpretado por Bob Geldof, arregla cuidadosamente los escombros de una habitación de hotel destrozada en un intento de sostener su frágil estado mental juntos.