A menudo se dice que la risa y la muerte van juntas, al menos deberían de estarlo para hacer todo un poco más llevadero.
En las pinturas de Werner Büttner, las dos se encuentran y ofrecen a los espectadores algo de consuelo: una risa, desconcierto, asombro.
Para realizar pinturas con ese tipo de equilibrio, un artista debe tener el control de su oficio; Büttner, afortunadamente, es un ávido estudioso de la pintura, habiendo surgido en diálogo activo con el estado histórico y actual del medio.
Werner, nacido en 1954 en Jena, Alemania, es famoso por extraer capas más profundas de significado de la vida cotidiana que a primera vista parecen banales.
Selbst mit gefangenen Gänsen, 1983. Fuente: Galerie Max Hetzler
Sus lienzos y collages representan una realidad tragicómica, confrontando las normas sociales con ironía y sátira, manteniendo un firme control sobre la historia de la pintura.
Impulsado por esta filosofía sin complejos, Büttner, junto con Martin Kippenberger y Albert Oehlen, se convirtió en una voz reactiva en Hamburgo a fines de la década de 1970. El trío sintió que el arte necesitaba representar los fracasos de la moralidad humana dentro de la sociedad, por lo que adoptaron un lenguaje visual subversivo que nombraron 'Bad Painting', en el que se prescindió de las convenciones pictóricas de técnica y gusto, a favor de una estética que reinventó desafiantemente el medio.
El trabajo de Büttner tiene sus raíces en temas tradicionales, como la naturaleza muerta, el paisaje, el autorretrato, la alegoría, la pintura histórica y el desnudo, todos ejecutados con un realismo descuidado que cultiva la imperfección y refleja la historia personal del artista, la mayoría de edad en el post-guerra en Europa, y antes de la reunificación alemana.
Al final, el resultado de su lienzo surge de los bordes oscuros de la sociedad, desarrolladas en serie, aunque no están categorizadas por un conjunto de criterios estandarizados, sino guiadas por parámetros enigmáticos autoimpuestos.
El medio de Büttner es el humor: oscuro, sin disculpas, absurdo. Sus títulos cuidadosamente elaborados revelan un sentido de la ironía finamente afinado, al mismo tiempo que revela verdades a menudo crudas y amargas.
La práctica de Büttner explora la locura implacable de nuestra sociedad equivocada.
Una inspiración duradera para el artista es Francisco Goya, a quien describe como “el primer pintor que no cedió a las leyes de su tiempo y se rigió por su conciencia, un tenedor de libros de los horrores de lo fáctico que traducía el éxtasis en blasfemia”.
De manera similar, Büttner se enfrenta al tumulto de la desgracia política y socioeconómica. Descarta la aptitud técnica en el arte, y en cambio, trabaja para transmitir lo que ve de la manera más brutal y honesta posible.
Con una amable falta de respeto, Büttner presenta una visión radical de la verdad.