Pu Xinyu, primo de Pu Yi, el último emperador de China, fue un famoso pintor y calígrafo tradicional.
Nacido como Pu Ru el 30 de agosto de 1896 en Beijing como miembro de la familia imperial manchú, que vivió cerca del final de la dinastía Qing (1644-1911), su infancia fue una que contó con todas las facilidades, tanto educativas como personales, sin embargo, este niño inquieto solamente encontraba paz y concentración en la pintura, una disciplina en la que se desarrolló como pez en el agua, con amor y profundidad en su pensamiento.
A pesar de su relación con la realeza y de ser considerado como uno de los niños que fueron presentados en el palacio como candidatos a desempeñarse como el futuro emperador, Pu encontró en la pintura su espacio, donde más le apoyó un carácter amable, casi budista, que le abriría las puertas a su colorido y narrativo arte.
En sus años formativos, Pu viajó a Europa para adentrarse en las corrientes que allá se llevaban a cabo. Se enroló en la Universidad de Berlín para estudiar Astronomía y Biología.
Cuando volvió en 1911 maravillado por la atmósfera ciertamente confusa y crítica, pero renovadora de la corriente europea del Art Nouveau, se retiró a las Montañas Occidentales, donde pasó muchos años en el Monasterio de Jietai desarrollando sus habilidades pictóricas.
Durante este tiempo, recibió alumnos que fueron adoptados como casi hijos del pintor, ya que en su estadía, Pu tenía la responsabilidad de su bienestar, formación del carácter y desarrollo espiritual, además de su adiestramiento técnico en materia de artes budistas y pintura de paisajes y retratos.
Por estos motivos, la admisión de los niños incluía una cuidadosa examinación sobre el carácter del estudiante y sus antecedentes familiares, lo que formó el espacio de Pu en uno de los más interesantes y solicitados de la época.
En estas aulas educativas que formó el aclamado y aún joven pintor chino, Pu enseñó a sus alumnos a combinar tinta con carbón, fomentando que tal preparación traía paz a la mente, lo que ayudaría al pintor a conectarse con el espíritu del arte y la creatividad, o bien, con la esfera de la belleza y la gracia y así poder lograr un trabajo aún más preciso en técnica y conexión con los sentimientos.
De acuerdo a algunos historiadores de China, todo el primer año de entrenamiento de Pu Xinyu, al estudiante no se le permitió pintar, sino practicar únicamente caligrafía.
Durante todo el segundo año, debía dibujar rocas, montañas y ramas de árboles. En el tercer año, se le permitió cubrir los árboles y las ramas con hojas, y así sucesivamente.
Este tipo de escolarización, de acuerdo al mismo Pu, fortalece el dominio total del pincel, así como la humildad y la fuerza.
Estas técnicas, a las cuales se les relaciona con técnicas budistas, lo pusieron al nivel del también pintor Zhang Daqian, con quien compartía los máximos honores de las artes contemporáneas.
En 1947, tras algunos años de docencia, su linaje lo haría volver a casa, ya que tras el fallecimiento de sus familiares, era momento de elegir al nuevo emperador, aunque por segunda ocasión, fue negada al artista, alegando, entre algunas otras cosas, el cambio de su nombre de nacimiento.
No obstante, esta decisión no detuvo su trabajo, ya que continuó pintando y enseñando, aunque ya sin sus métodos novedosos en la Universidad Nacional Normal de Taiwan, quienes gustoso apoyaron para lo que fue la exposición de arte más notoria en vida de Pu Xinyu, que se llevó a cabo en 1959 durante tres semanas en el Museo Nacional del Palacio, uno de los recintos de arte más importantes de Taipéi, capital de Taiwán.
En 1963, mientras trabajaba como Representante de la Asamblea Nacional de la República de China, dentro del Departamento de Arte de la Universidad Normal Nacional de Taiwán y en el Departamento de Arte de la Universidad de Tunghai, Pu murió a los 67, aún con muchoso compromisos por cumplir.
Para sus alumnos, Pu fue un gran maestro, lleno de amor y bondad que les inspiró como artistas y personas.