La fantasía, lo surreal, la sexualidad perversa, y la obsesión morbosa son solo algunos de los temas centrales en la obra del artista finlandés Kalervo Palsa.
Palsa fue uno de los principales pintores finlandeses del expresionismo fantástico, que solo se dio a conocer en el mundo del arte póstumamente.
Dibujadas con una mano absolutamente única, las extrañas fantasías freudianas sobre la sexualidad masculina se alternan con expresivos autorretratos. Otras obras contienen comentarios negramente cómicos sobre la vida y referencias a la muerte.
La fascinación de Palsa por el lado más oscuro de la psique humana dio como resultado imágenes excepcionalmente imaginativas en las que se mezclan referencias literarias e histórico-artísticas, pasando por Strindberg, Durero y Van Gogh, entre otros, con claras influencias de la cultura del cómic.
El arte de Palsa desafía al espectador y deja una profunda impresión.
Y es que, al final de todo, su historia de su vida es tan inquietante y perturbadora como sus cuadros, que están marcados tanto por el pesimismo como por momentos de humor absurdo.
Hugo Kalervo Palsa nació el 12 de marzo de 1947 en Kittilä, Finlandia.
Palsa comenzó a anotar eventos y pensamientos en su diario desde una edad temprana. Dibujó una gran cantidad de autorretratos en sus diarios, cuadernos y todo lo que tuvo a mano. En ellos repintaba sus obras, incluso las que ya había dado por terminadas, e hizo varias versiones diferentes de algunas de ellas, lo que permitió que un tema perdurara durante muchos años antes de firmar finalmente la obra.
También escribió que la comprensión general de su arte tendría que esperar después de su muerte y que se enfrentaría a una muerte prematura.
Más adelante, Kalervo pasó siete años estudiando en Helsinki, donde comenzó sus estudios en la Universidad de Artes Industriales y Diseño en 1971, continuando con la Academia de Bellas Artes en 1973.
Después de sus estudios, Palsa volvió a vivir en Kittilä y le dio vida a su estudio, una choza de 15 metros cuadrados llamada Gethsemane and Castle in the Sky.
En 1966 anotó en su diario hacer del almacén su espacio de trabajo, que más tarde se convertiría en su estudio. Allí tuvo la tranquilidad de trabajar. En él lidiaba con sus oscuros pensamientos y con la depresión, además de intenciones suicidas que eventualmente lo llevarían al alcoholismo. El entorno de vida le causó tanto ansiedad como inspiración que solía transformar en su arte en la quietud de su estudio.
Su primera exposición colectiva se realizó en Rovaniemi en 1969 después de una exposición privada en la biblioteca. de Kittilä un año antes.
Eso marcó el inicio de su larga carrera, una en la que, también, tuvo problemas para vender su arte, por lo que tuvo que buscar otras fuentes de ingresos.
Durante muchos años trabajó como rotulista de historietas traducidas para diversos empresarios, no obstante, nunca dejó la pintura, una actividad a la que se dedicaba arduamente y con mucha precisión.
Así creó sus dibujos que se ven en diversos estilos e irradian una energía vital increíble.
A pesar de sus explícitas imágenes violentas o sexuales, estas también dan testimonio de una extraordinaria imaginación poética y de las dificultades que exigen los tiempos que vivió.
Palsa optó por llevar una vida aislada en Laponia, en circunstancias sumamente simples, lejos de “la sociedad” que apenas lo aceptaba por sus aberrantes visiones de la vida. Debido a este aislamiento y su estilo ingenuo, su trabajo generalmente se analiza en el contexto del "arte marginal" y contra natura.
Por un rato, sus ilustraciones y pinturas fueron requeridas por revistas y otros proyectos de impresión, con lo que también se adentró a la cultura de la novela gráfica, un terreno donde Kalervo cimentó una cultura y visión trascendente.
En 1986, Palsa estuvo trabajando en Gerlesborg, Suecia como artista en residencia, posteriormente ese mismo año viajó a Copenhague y Amsterdam, e incluso a Nueva York. Al año siguiente visitó eventos artísticos en Murmansk y nuevamente en los Países Bajos, lugares donde encontró inspiración y le abrieron el mundo al artista nacido en Kittilä, que muy brevemente, gozó de la popularidad que no había disfrutado en sus años de plenitud.
En octubre de 1987, contrajo una gripe que se convirtió en neumonía, y murió en su estudio el 4 de octubre de 1987. Fue enterrado junto a su madre en el cementerio de Kittilä. Su colega y amigo, el escultor Pekka Pitkänen diseñó un monumento para la tumba llamado La zarza ardiente.
Kalervo murió de neumonía en su estudio de Kittilä el 4 de octubre de 1987.