El constructivismo fue un movimiento artístico y arquitectónico que surgió en Rusia en 1913 y cuyas obras fueron difusoras de propagandas revolucionarias en las que abundaban las formas geométricas y lineales.
Esta filosofía artística con fines sociales tuvo un enorme efecto en los movimientos de arte moderno del siglo XX como el Bauhaus y De Stijll.
Los artistas de este movimiento intentaron ir más más allá del objeto de arte autónomo y buscaban crear un nuevo entorno visual que incorporara las necesidades y valores sociales del nuevo orden comunista.
El término de constructivismo fue utilizado por primera vez en tono de burla por Kazimir Malevich al referirse al trabajo de Alexander Rodchenko.
Aparece inicialmente como un término positivo en el Manifiesto realista de Naum Gabo.
Los constructivistas buscaron crear obras que convirtieran al espectador en un agente activo de la obra de arte.
La obra clave de este movimiento fue la propuesta de Vladimir Tatlin para el Monumento a la Tercera Internacional (1919-1920) que combinaba una estética de máquina con componentes dinámicos que celebraban la tecnología, como los reflectores y las pantallas de proyección.
El constructivismo ruso surge en un momento en el que la coyuntura política generaba que las nuevas artes reflejaran el cambio de identidad que la sociedad demandaba.
La arquitectura cobró un rol protagónico con el que buscaba mostrar la nueva imagen del país.
Los constructivistas también trabajaron en festivales públicos con diseños de carteles callejeros para el gobierno de la revolución bolchevique post-octubre.