Teiji Hayama es un renombrado pintor japonés que, a través de las pinturas y NFTs que crea, cuestiona lo que realmente significa ser famoso en la actualidad.
Resulta que en 1998, Hayama se graduó de la famosa Central Saint Martin de Londres y a partir de ese momento su carrera, literalmente, despegó.
Con un estilo divergente y totalmente disruptor, este artista le da, muy a su manera, un toque único a personajes icónicos que personas de diferentes generaciones pueden identificar sin problema alguno, como Marilyn Monroe.
Debido a esto los personajes que plasma cuentan con un estilo borroso único y varios de sus rasgos físicos los resalta de una forma poco común, ya sea reposicionándolos o dándoles un aire de tristeza o asombro.

Antes de mudarse a Suiza, donde actualmente vive, pasó 10 años en Tokio, donde la vida es más tranquila, lo que le permitió pensar con cierta calma el rumbo por el que quería llevar su carrera.
De acuerdo con el propio Teiji Hayama, Tokio es una ciudad futurista, de ritmo rápido y cultura de alta tecnología, pero también puede ser pacífica con una cultura de estilo tradicional japonés y costumbres, lo que le brindó una perspectiva totalmente diferente de las cosas.
Un personaje que este artista suele plasmar una y otra vez es Marilyn Monroe y eso se debe a que la considera como uno de los símbolos culturales más reconocibles de todos los tiempos, lo que la hace sumamente atractiva e inolvidable.
Lo que resulta interesante es que para Hayama esta icónica actriz es el origen de lo que hoy conocemos como influencers, pues era tanto la cobertura que se le daba que no importaba qué estaba haciendo, lo importante era contar con su imagen.
Y precisamente con este personaje fue con quien empezó a experimentar su ahora tan famosa técnica de imágenes de múltiples capas con las que busca plasmar el yo fragmentado de las personas debido al desmedido uso de la tecnología.
En las obras de Teiji Hayama los rostros de las celebridades que plasma lucen deformes, pues lo que busca es cuestionar cómo la sociedad los percibe y cómo es que bajo la presión de los reflectores estos optan por mantener las apariencias a toda costa.
A simple vista el trabajo de este japonés luce sencillo y algo frívolo, pero en realidad alude a la manipulación de la imagen con el fin del consumo masivo y el reconocimiento, lo que lleva a reflexionar al espectador sobre el verdadero costo de ser famoso en la era digital.