La obra más famosa de la artista Méret Oppenheim es, sin duda, Object (1936), una ingeniosa y sorprendente pieza en la que sorprenden las yuxtaposiciones, pero ella es definitivamente mucho más que dicha pieza.
Oppenheim nació en Berlín en 1913 y se crió en una familia de psicoanalistas en el sur de Alemania y luego Suiza.
A pesar de que su familia nuclear contaba con una formación totalmente científica, está claro que Méret Oppenheim se inspiró en su abuela, Lisa Wenger-Ruutz, una conocida ilustradora infantil, cuyo trabajo presentaba árboles y frutas sonrientes, para encontrar su camino en el mundo del arte.
En 1932, a la edad de 18 años, Oppenheim decidió mudarse a París y comenzar a tomar clases de arte en la Académie de la Grande Chaumière.
Das Paar, 1956. Méret Oppenheim. Fuente: AnOther Magazine
Años más tarde, en algunas entrevistas que dio a diversos medios, esta artista dijo que ella no fue quien buscó a los surrealistas, sino que fueron ellos quienes la encontraron.
Gracias a esto fue que rápidamente, casi sin realizar esfuerzo alguno, Méret se hizo amiga de muchos artistas mayores y mucho más establecidos, incluyendo a Picasso y Giacometti.
Al año siguiente expuso junto a ambos en el Salon des Surindépendants y Man Ray le pidió que modelara para una serie de fotografías de desnudos. A partir de ese momento, Méret Oppenheim se convirtió en figura central en la escena artística de aquel momento.
Cuentan que un día la idea de lo que quizás sea su obra más conocida (Objeto, 1936) se le ocurrió en una conversación que sostuvo con Pablo Picasso y la fotógrafa Dora Maar en un café de París, a los 23 años de edad.
Con dicha pieza no solo puso su trabajo al centro de atención sino que obtuvo acceso al exclusivo club surrealista, donde se convirtió en la primera mujer a la que se le permitía participar como artista.
Handschuhe (Paar) (Guanti - paio), 1985. Méret Oppenheim. Fuente: AnOther Magazine
Distorsionar objetos cotidianos se convirtió en su firma. Un gran ejemplo de esto es Das Paar (La pareja) de 1956, un par de botas marrones unidas en la punta o T42, de 1999, que representa un par de copas besándose apasionadamente.
A lo largo de su carrera, Oppenheim disfrutó inmensamente de jugar con las convenciones y no tuvo miedo en explorar y subvertir las ideas establecidas.
Cabe destacar que jugó, como se le ocurrió, con las las manos y los guantes, motivos clave para el movimiento surrealista.
A fines de la década de 1930 incluso colaboró con Elsa Schiaparelli en una línea de guantes surrealistas y cada par anunciaba un elemento totalmente diferente, desde uñas y huesos pintados hasta garras doradas.
Utilizando gamuza de piel de cabra gris, Oppenheim incluso serigrafió finas venas rojas en los guantes, dando la vuelta al cuerpo y desafiando así la naturaleza misma del propósito de un guante de cubrir y proteger.
El impacto de las obras y diseños de Méret Oppenheim perduran hasta el día de hoy en diversos ámbitos, pero principalmente en el mundo de la moda, pues podemos encontrar referencias de su trabajo en fascinantes colecciones.