Lola Cueto fue una gran coleccionista de juguetes populares mexicanos que creó una técnica para elaborar originales tapices que fueron exhibidos en varios países. Su esposo, por su parte, encontró su vocación en la vanguardia de la escultura abstracta.
Sus meticulosas producciones y su gran interés de que los títeres y las marionetas fueron realmente un medio de educación y de formación integral para niñas, niños y jóvenes, la llevaron a ser una importante promotora cultural.
María Dolores Velázquez Rivas, conocida como Lola Cueto, fue la primera mujer que estudió en la Academia de San Carlos y la única en el grupo de pintores que, junto con David Alfaro Siqueiros, formaron parte de la primera Escuela de Pintura al Aire Libre, dirigida por Alfredo Ramos Martínez.
Lola y sus creaciones. Fuente: México Desconocido
Durante su vida manejó diversas técnicas, como la tapicería y la creación de títeres de teatro guiñol, que son las que más se le reconocen.
Su polifacética obra la llevó también a diversificar sus temáticas, por lo que se identifica un interés por las imágenes de arte popular mexicano y la devoción religiosa, así como por el paisajismo y la geometría, entre otros.
Ella vivió en un ambiente cultural en el que también se encontraban figuras como Frida Kahlo, Diego Rivera, Ramón Alva de la Canal, Gabriel Fernández Ledesma, Angelina Beloff, Fermín Revueltas y Germán Cueto, con quien contrajo nupcias en 1919.
En 1927, Lola, su esposo Germán, y sus hijas, Mireya y Ana María, fueron a París, donde se relacionaron con el círculo de artistas de vanguardia. En 1929, la pareja tuvo una exposición conjunta en la Salle de la Renaissance, en la que Lola mostró el trabajo de tapices que había llevado desde México. Posteriormente, elaboró toda una serie de recreaciones de los vitrales de las catedrales de Bourges y Chartres con la técnica de cadeneta.
La familia regresó a México en 1932, y al año siguiente tuvo lugar la primera presentación de teatro guiñol del grupo Rin-Rin, integrado por Lola y Germán, Angelina Beloff, Graciela Amador, Leopoldo Méndez, Roberto Lago, entre otros. A partir de este momento, el trabajo de Lola se concentró en la creación de títeres y obras como El renacuajo paseador, El gigante Melchor y El baile de las gallinitas, que tuvieron una importante fama local e internacional.
También fue una de las fundadoras de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR). De este grupo nacieron los primeros muñecos guiñol en México y las primeras obras en las que se incluyeron, como El renacuajo paseador, para la cual Silvestre Revueltas compuso la música, y con lo que fueron cosechando una fama importante.
En 1934 obtuvo el nombramiento de animador teatral del Teatro Escolar del Departamento de Bellas Artes. En los años cuarenta dominó el grabado y conquistó todas las técnicas de la época, un hecho que la llevó a impartir clases en el Mexico City College y a exhibir sus obras con gran éxito en México, Estados Unidos y Europa.
Con su fascinante trabajo, un gran portador de la identidad local, Lola llamó la atención de importantes críticos de arte como Paul Westheim y de artistas como Jean Charlot. En 1979, el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) realizó una de las exposiciones individuales de la creadora más relevantes en el Salón de la Plástica Mexicana.
En 2009, nuevamente el INBAL organizó una amplia retrospectiva de su obra: Lola Cueto: trascendencia mágica, 1897-1978.
Con su trabajo, incursionó y desarrolló el teatro de marionetas en México y creó juegos, títeres y compañías de teatro guiñol, enfocados a “enseñar, alfabetizar, educar y divertir”, como ella misma decía. Hoy sus colecciones forman parte de diversos museos e instituciones del país.
Lola, una de las artistas mexicanas más relevantes del siglo XX, falleció a los 80 años de edad en su casa ubicada al sur de la Ciudad de México, el 24 de enero de 1978.