Las instalaciones a las que da vida el artista estadounidense John Grade son completamente diferente a las que estamos acostumbradas a ver en cualquier museo debido al ecológico y poético enfoque con el que cuentan.
Este artista, nacido en Minneapolis, Estados Unidos, en 1970, invita al espectador a disfrutar de los elementos de la naturaleza, como es el caso del agua, desde perspectivas jamás imaginadas, como perlas delicadamente aprisionadas en redes.
Resulta sumamente interesante (además de disruptor) que Grade exponga sus instalaciones en contextos urbanos inusuales, museos, galerías y en la naturaleza ya que esto otorga a cada pieza un sinfín de matices.
Sus proyectos están concebidos para evolucionar con el tiempo y a menudo implican el trabajo de grandes grupos de personas para construir, instalar y desplazarse de un lugar a otro.
Cabe la pena subrayar que John Grade crea obras vinculadas al medio ambiente que suelen estar inspiradas y extraídas de imágenes microscópicas, por lo que van desde instalaciones monumentales hasta la escala más íntima.
Debido a esto, a la gran diversidad de rangos con los que cuenta, sus obras pueden ser instaladas tanto en interiores como en exteriores.
Una de sus instalaciones más cautivantes en los últimos años se trata de Réservoir, la cual fue suspendida en un claro de un bosque de pinos y resulta estar compuesta por 5 mil gotas transparentes hechas en vidrio individualmentey enmarcadas con madera cimbrada al vapor.
Las delicadas gotas están unidas a dos redes transparentes, que cuelgan de los troncos de los árboles. A medida que el agua de la lluvia o la nieve se acumulan en las gotas, desciende la posición o cambia la forma de las redes.
Resulta que cuando el agua recogida se evapora, la escultura recupera su configuración original. Los resortes revestidos bajo las poleas limitan la amplitud vertical del movimiento, de modo que la escultura permanece como mínimo a 3 metros sobre el suelo.
Incluso con una lluvia muy ligera se puede crear un movimiento visible hacia abajo. Una vez seca, la escultura pesa más de 30 kilos. Sin embargo, cuando se llena con las fuertes lluvias, la escultura puede superar los 350 kilos.
La combinación de poesía y ecología con obras de alta realización técnica instaladas generalmente en la naturaleza constituye el centro del proceso creativo de John Grade, quien aspira a marcar las mentes mediante una obra que vive en los recuerdos de quienes la han visto.
Recoger el agua de lluvia, subrayar su importancia y su valor y destacar la fragilidad de la naturaleza son las preocupaciones de un artista muy interesado por los elementos, los ciclos y las catástrofes que afectan a nuestro mundo.