Jackson Pollock es considerado uno de los representantes más famosos del movimiento del expresionismo abstracto y de los principales artistas de los Estados Unidos del siglo pasado.
El trabajo de su esposa, la artista Lee Krasner, es menos conocido por el público, aunque irónicamente fue gracias a su apoyo y perseverancia que Pollock logró ganarse el reconocimiento de críticos y coleccionistas.
Aunque Krasner dedicó gran parte de su tiempo y esfuerzo en ayudar a su esposo, esta pudo volver a crear sus propias pinturas solo después de la trágica muerte del mismo.
En el momento que Pollock conoció a su futura esposa, este era un completo desastre. Desde pequeño tuvo un temperamento volátil y retraído y, a menudo, experimentó ataques de ira por razones menores.
Quizás, el desarrollo de la personalidad de Jackson Pollock se vio afectado por su neurótica madre, pero sin lugar a dudas siempre fue bastante problemático.
Encima de esto resulta que, desde muy joven, el artista empezó a beber, así que para los 24 años, con lo poco que ganaba, ya recibía apoyo de programas e incluso, en 1938, fue internado en una clínica por un lapso de cuatro meses para que se rehabilitara.
Debido a esto, su primer encuentro, el cual cual ocurrió en 1936, no fue color de rosa, pues se conocieron en una fiesta. Jackson Pollock estaba borracho e intentó ligar a Lee con una propuesta indecorosa a la que una chica solo podía responder con una bofetada.
Tan solo cinco años después, Lee Krasner iría al estudio de Pollock a ver la obra del único abstraccionista desconocido en Nueva York, con quien pronto llevaría a cabo una exposición conjunta.
Krasner olvidó el comportamiento obsceno de Pollock de varios años atrás o cayó bajo su encanto, pero ella se interesó en él casi más que en sus pinturas. Era una mujer extremadamente resuelta y rápidamente tomó al artista en la mano. Muy pronto se mudaron juntos y poco tiempo después se casaron oficialmente.
Desde el momento en que se conocieron, Lee se convirtió en la principal fuerza de Jackson, la locomotora que lo ponía en movimiento, incluso en los períodos más oscuros de estancamiento creativo y vital.
Room 17A, de Jackson Pollock. 1948. Fuente: ArtHive
Antes del encuentro con Pollock, Krasner ya era conocida en los círculos bohemios como artista, pero después de eso prácticamente dejó de pintar, dirigiendo toda su energía a la inspiración de su marido y frenando sus pasiones.
Esta animó a Jackson a comprar una antigua casa de campo en las afueras de Long Island, donde rara vez tenían invitados con tentaciones en forma de regalos alcohólicos.
Gracias a los esfuerzos de Lee Krasner, Jackson Pollock logró abstenerse de beber durante largos periodos, lo que le dejó espacio para la creatividad.
Entre ellos estaba la propia Peggy Guggenheim, una influyente mecenas del arte, que Krasner le había presentado a Pollock antes de mudarse juntos.
Peggy estaba realmente fascinada con sus pinturas e incluso le asignó una beca al artista, lo que permitió a la joven familia mantenerse a flote.
Pero incluso ella no pudo igualar la creatividad de Pollock en el aspecto financiero, pues a pesar de haberle organizado tres exposiciones individuales entre 1943 y 1947 y las buenas críticas que recibió, sus pinturas no se vendían, lo que hundió por completo la confianza del artista, quien tendía a la depresión.
Las cosas cambiaron por completo en 1947 cuando Pollock, experimentando durante mucho tiempo en su granero-taller cerca de la casa, inventó una nueva fórmula artística: la pintura por goteo, que se convirtió en su estilo característico.
Untitled, de Lee Krasner. Fuente: ArtHive
Todo mundo quería saber del talentoso artista y lo que parecía el principio de una vida larga y feliz, de hecho fue el principio del fin. Jackson Pollock volvió a sumergirse en las profundidades del alcohol, lo que afectó en su productividad al pintar pero también lo convirtió en una persona sumamente agresiva a quien Lee Krasner temía.
La gota que derramó el vaso entre este par de creativos fue la aventura que Jackson Pollock tuvo con otra joven artista, de tan solo 26 años, Ruth Kligman. Ahí fue cuando Lee Krasner decidió dejar a Jackson Pollock.
Solo un par de meses después de su separación, el automóvil de Pollock, quien iba acompañado con otras dos personas más, entre ellas su amante, se salió de la carretera y murió.
Jackson Pollock tenía solo 44 años cuando murió. Lee Krasner comenzó a vivir su propia vida solo después de su trágica muerte, así que decidió regresar a la pintura y crear sus mejores obras en el mismo granero donde su esposo una vez inventó su famosa técnica.