Claes Oldenburg, el artista pop estadounidense nacido en Suecia conocido por crear colosales esculturas, murió a los 93 años en su casa y estudio ubicado en Soho, Nueva York.
Su deceso fue confirmado por Adriana Elgarresta, vocera de la Galería Pace de Nueva York, que, junto con la Galería Paula Cooper, lo representaron durante muchísimos años.
Este artista, junto con contemporáneos como Andy Warhol y Roy Lichtenstein, irrumpieron la escena del arte en la década de los 60 con su popular propuesta para las masas.
El arte de Oldenburg se basó principalmente en lo tosco y en los desechos de la vida moderna, por lo que desde un principio y en muy poco tiempo se convirtió en un verdadero éxito.
Two Cheeseburgers, with Everything (Dual Hamburgers). 1962. Claes Oldenburg. Fuente: The Museum of Modern Art
Su obras destacaron del resto debido a que siempre buscó hacer piezas a gran escala y esculturas suaves de objetos cotidianos como conos de helado, hamburguesas, máquinas de escribir e inodoros que podían ser colgados en una pared.
Resulta sumamente curioso de Oldenburg que el arte nunca le llamó la atención hasta que fue adulto.
Llegó a Estados Unidos junto a su familia en 1936 gracias a que su padre, Gosta, un diplomático sueco, fue trasladado a Chicago para que se desempeñara como cónsul.
Ingresó en 1946 en Yale, donde estudió literatura debido a que siempre fue un gran apasionado de los libros, como su padre, pero siempre destacó del resto de los estudiantes por ser bastante excéntrico.
Al terminar la universidad, Claes Oldenburg decidió explorar la vida, así que puso a trabajar en diversas cosas, como en un periódico local hasta publicista en una agencia.
En 1956 se mudó a Nueva York y ahí fue donde su vida cambió por completo. Se encaminó en el mundo del arte, pues la propia dinámica de la ciudad lo orilló y en menos de cinco años ayudó a dar a luz no solo al Pop Art, sino también al performance.
Debido a esto, Oldenburg fue objeto de muchísimas exposiciones individuales, incluyendo una en el Museo de Arte Moderno en 1969 y otras dos en 1995 en la National Gallery of Art de Washington y el Museo Guggenheim de Nueva York.
Si bien el trabajo de Claes Oldenburg es vinculado con el arte pop de la década de 1960, sus obras monumentales son la mejor (y más grande) celebración de lo mundano.