La vida de la artista visual Frances Bean Cobain es todo menos tranquila, lo que se puede apreciar en sus obras de arte.
Desde que nació, la también única hija de Kurt Cobain y Courtney Love sabe lo que es luchar en esta vida, tema que es recurrente en sus creaciones artísticas.
Lo anterior se debe a que en 1992 nació con síndrome de abstinencia neonatal debido al consumo de drogas de su madre, así que desde que llegó a este mundo conoce lo que es pelear por su vida y la fama.
A lo largo de su vida, esta artista visual se ha dedicado a proteger el legado de su padre y poner a volar su imaginación.
Frances Bean Cobain heredó la pasión de su padre, Kurt Cabain, el famoso vocalista de la banda de grunge Nirvana, por la pintura y el dibujo, lo que se refleja en sus inquietantes y fascinantes dibujos que transmiten una profunda sensibilidad y comprensión de la psicología del color.
Su gran sensibilidad se puede percibir en el cómo brinda un estado de ánimo específico a cada pieza a la que da vida.
En 2010, a la edad de 17 años, expuso su obra por primera vez en Los Ángeles, California, bajo el seudónimo de Fiddle Tim y desde entonces no ha dejado de crear.
En aquel momento Frances no quería exponer con su nombre real, pero un reportero descubrió quien era y esto la obligó a usar su verdadera identidad a partir de dicho momento.
Su talento con las pinturas y el papel es lo que le ha ayudado a reinventarse y a ganarse admiradores por su trabajo y no solo ser hija de dos grandes leyendas de la música.
Frances, quien continuamente publica en Instagram las obras que crea, ha luchado por vivir una vida normal y resulta que en el arte encontró un refugio perfecto, además de una profesión de tiempo completo.